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Independizarse ¿para qué?

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE.-

El siglo XIX fue el del liberalismo; surgió la figura del héroe, con el romanticismo, y se quería emular la proeza de Napoleón, quien pudo trascender su situación social y convertirse en la cabeza de una nueva familia noble. Don Agustín no fue la excepción. Fundó el primer imperio mexicano que no duró mucho, porque en realidad no tenía la habilidad suficiente para hacerlo funcionar. Duró de 1821 hasta 1823, el Plan de Casa Mata lo enterró.

Los mexicanos se dividieron: en liberales y conservadores, por un lado y por el otro, en logias masónicas: la escocesa y la yorkina. Cualquiera, con habilidad política, era capaz de aprovecharse de la situación; fue precisamente lo que hizo Poinsett embajador estadounidense. Manejaba los hilos de nuestro país como se le antojaba.

Presidentes subían al poder para ser, al poco tiempo, derrocados. Nadie tenía la suficiente fuerza para imponerse a los demás, lo que produjo inestabilidad; de 1824 a 1833 hubo nueve presidentes. En este año, accede al poder Antonio López de Santa Anna. El primer López del México independiente que nos iba a ser fatídico. Militar veracruzano, quien después de obtener la investidura, renunciaba a ella para poner a un segundón, y se iba a su hacienda de manga del clavo. Cuando no le gustaba las acciones del interino se levantaba contra él. A ratitos liberal y a ratitos conservador. Soberbio como pocos. En una batalla perdió una pierna, en la guerra de los pasteles, y la enterró con todos los honores.

Su gran prieto en el arroz fue el Álamo y sus posteriores consecuencias.

Nuestros vecinos del norte, desde que arribaron en el Mayflower, tenían la idea muy particular de ser libres. A diferencia de los españoles, ellos sí arrasaron con los indígenas y los que quedaron, los metieron a una reservación. Después de independizarse comenzaron a crecer a expensas de sus vecinos que éramos nosotros. Pidieron permiso para establecerse en Texas. Con el tiempo, no desearon aceptar las condiciones que se les imponían y decidieron independizar Texas.

En eso estaban cuando Santa Anna los fue a enfrentar con el ejército mal acondicionado y mal entrenado. Haciéndole caminar muchos kilómetros. El enfrentamiento fue en el Álamo, batalla que estuvo a su favor. Al confiarse, fue derrotado y lo apresaron. Estando en estas condiciones, para liberarse, lo hicieron ceder parte del territorio nacional en un acto de compraventa, cosa que el legislativo mexicano no acepto. Liberado, Santa Anna vuelve a México.

Otra de las guerras de este tiempo fue la de los pasteles, donde unos pasteleros se quejaban por las pérdidas habidas a causa de la inestabilidad mexicana y sus asonadas. Los franceses quisieron intervenir y se apostaron en Veracruz. El conflicto se decidió después de un pacto.

Santa Anna fue elegido como presidente 6 veces. Al final, recibió el trato de alteza serenísima. No había otro personaje que lo pudiera suplir y lo mexicanos prefirieron aguantarse con lo malo conocido.

Como lo de la anexión de Texas y demás estados no acababa de definirse, los Estados Unidos se decidieron por invadir México entrando por el puerto de Veracruz. Una vez más, la incompetencia del serenísimo fue evidente. No dotando de los elementos necesarios para combatir a los invasores. Pareciera que deseaba perder la guerra.

Hubo actos heroicos, como el del batallón de San Jacinto, que eran irlandeses, que al darse cuenta de que los invasores no tenían razón, desertaron para luchar en favor de México. Todo mundo conoce la historia de los niños héroes de Chapultepec.

El conflicto se decidió cediéndole la mitad de nuestro territorio a los americanos.

Santa Anna fue exiliado. Lerdo de Tejada le permitió volver al país, donde murió solo y olvidado, en 1876.

No todo lo que hicieron los conservadores fue malo ni tampoco todo lo que hicieron los liberales fue bueno. De este tiempo podemos rescatar la figura de Lucas Alamán quien fue un buen asesor político; aunque muchos lo discutirían. Cuando se habla de historia hay que conocer la opinión de todos los bandos.

Nos independizamos para hacernos chiquitos. En los años 20 ya habíamos perdido Guatemala. En los 50, Texas, Arizona y California. La inestabilidad estaba en todo su apogeo, sin industria ni agricultura eficiente. El comercio no prosperaba. Tuvimos que esperar mejores tiempos. Vino la Reforma.

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