¿Por qué hablar de Colón en el mes de la patria? Sigo un proceso histórico desde la Conquista a la Independencia. Seguramente en octubre estaré hablando de Hidalgo; con disculpa de mis pocos lectores.
Colón es genovés y marino. A lo largo de su juventud va recogiendo información que lo convencen de que la tierra es redonda y de la posibilidad de llegar a Asia partiendo por el poniente. La necesidad de ello era poder acceder al comercio de las especias; eso que le ponen a la comida para que sepa mejor. La ruta de rodear África les pertenecía a los portugueses y ellos estaban acaparando el negocio.
Para lograr su objetivo necesitaba de quien lo apadrinara. Estuvo ofreciendo su idea a las coronas europeas. Lo traían a vuelta y vuelta; era medio increíble, medio fantástico, en contra de las ideas en vigor. Hasta que Isabel y Fernando vencieron a los musulmanes; la primera le prestó oídos y no muy convencida lo refaccionó.
Eso de que le dio las joyas puede ser parte de un mito. Acababan de vencer a Boabdil, último sultán nazarí, los tesoros de su reino no serían cualquier cosa.
El duque de Medina sidonia intervino a su favor y los monasterios le ayudaron con su hijo, ya que era viudo.
Como navegante le faltaba experiencia, se asoció con los hermanos Pinzón que fueron quienes en realidad le ayudaron a convencer a otros marineros y a resolver los problemas de navegación. Las relaciones entre ambos no tuvieron final feliz; esa es una de las tantas cosas que se le puede criticar a don Cristóbal.
Tuvieron a la niña y a la pinta. El tercer barco fue una adaptación que se hizo de la Gallega y se le cambio el nombre por Santa María.
Navegaron a lo desconocido. Los días pasaban y no daban con tierra. Muchos imaginaron haberla visto, pero se desencantaban. A mitad del camino, algunos protestaron y querían regresar. Colón se mantenía en sus trece, engañaba sobre la distancia recorrida, trataba de apaciguarlos, hasta que un día alguien divisó tierra.
Segunda falta del almirante, como había premio por hacerlo, se lo apuntó a su favor, quitándole el mérito a Rodrigo de Triana.
Van recorriendo islas: San Salvador, Ma. de la Concepción, La Fernandina, La Isabela, Columbus Bank, Cuba. Como si no tuvieran dueño, las tomaban a nombre de los reyes católicos.
Se dan cuenta de que los habitantes de esas regiones lucen joyas de oro; primero consideran que son buenos salvajes, pero no pasa mucho para que se descubran que también son caníbales. Conocen el tabaco y las hamacas. Siguen navegando, se les pierde Pinzón, pero después lo vuelven a encontrar.
Se hunde una embarcación, la Sta. María. Como no caben en las otras dos, alguien se tiene que quedar, mientras que Colón regresa a Europa. Se construye un fuerte, el de la Navidad. Cuando regresen en el segundo viaje, el fuerte va a estar destruido y no encuentran a ningún solo sobreviviente.
Regresemos un poco, cuando van descubriendo islas, ya dijimos que se percataron del oro que lucían los indígenas. Como no se entendían, todo lo adivinaban. Lo de las especias se les olvidó y desde ese momento el interés por el oro marcó la ruta. Ya todos saben que cambiaban baratijas de vidrio por el oro; a los indios lo que les llamaba la atención era las baratijas de vidrio; lo que los españoles era el oro, porque sabían del valor que tenía en Europa. Pregunta filosófica: ¿Qué da el valor a las cosas? El deseo es una de las variables. En este caso, cada quien deseaba lo que para él tenía valor. Los indígenas no contaban con una economía basada en los metales preciosos.
No narraré los otros viajes de Colón. Si tienen interés en el tema, hay un libro que me gusta mucho: Biografía del Caribe de Germán Arciniegas. Narra todos los viajes de exploración y conquista, de una forma muy agradable. (Sepan cuantos # 406)
Una vez que Colón contó sus proezas demostrando que sí se podía, y que había encontrado oro y a una sociedad muy atrasada, no faltó quien se apuntara con el deseo de hacer fortuna rápidamente.
