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Por muchos años, luego de la Revolución Industrial del siglo XVIII, la industria fue el sector clave para el desarrollo de las economías en todo el mundo. Sin embargo, con el paso de los años, esta actividad productiva ha cedido espacio al sector servicios, especialmente tras la llegada de las nuevas tecnologías e Internet. En este rubro, el turismo ha alcanzado un lugar destacado y, si además consideramos que el confinamiento por covid-19 nos mostró la necesidad de convivir, viajar y relajarnos, ha cobrado una relevancia nunca antes vista.
Según el Barómetro del Turismo Mundial de la Organización Mundial del Turismo (OMT), que enlista los países más visitados del mundo, México ocupa el séptimo puesto a nivel global. Nuestro país es muy popular entre los extranjeros por sus destinos de sol y playa, como Acapulco, Cancún o Los Cabos; aunque también existen zonas arqueológicas cuya cultura e historia representan una opción atractiva, como Teotihuacán o Chichén Itzá. Ciudades coloniales como Guanajuato o Ciudad de México también son importantes para atraer a los foráneos; sin embargo, en los últimos años el turismo nacional se ha abierto paso como una fuente relevante de generación de riqueza.
De acuerdo con el portal Statista Research Department, el valor de consumo del turismo interno en México se aproximó a los 2.5 billones de pesos en 2021. Esta cifra representa un incremento del 19 por ciento respecto al año anterior, cuando se registraron ingresos cercanos a los 2.1 billones de pesos.
UN TURISMO NACIONAL MÁS FUERTE Y EQUITATIVO
Ante esta movilización interna, la Secretaría de Turismo puso en marcha el programa Pueblos Mágicos en 2001, con la intención de fomentar el sector turístico nacional e impulsar el desarrollo de localidades distintas a los destinos tradicionales.
Las características que definen a un pueblo mágico son su arquitectura tradicional, sus paisajes, su localización en áreas naturales protegidas, la rendición de cuentas, la sustentabilidad y la participación social de sus ciudadanos. Sitios que van desde Dolores, Hidalgo, con sus recorridos históricos, o Sayulita, Nayarit, con sus playas para surfear, pertenecen a esta categoría. Así de amplia es la diversidad de destinos disponibles.
Cabe mencionar que, para que el programa funcione adecuadamente, se debe crear un comité local encargado de vigilar el cumplimiento de las normas, así como contar con un inventario de recursos y atractivos turísticos del municipio, ofrecer servicios de salud y de seguridad, y fomentar la inversión privada y social en el turismo.
Este impulso en localidades pequeñas permite la subsistencia de regiones que presentan dificultades para la atracción de industria o algunas actividades productivas específicas, como la minería o la ganadería. De esta forma, los pueblos mágicos se convirtieron en una respuesta a las necesidades de reactivación económica de las comunidades afectadas por la falta de empleo, generando beneficios monetarios y sociales para los habitantes.
Aunque en su mayoría no son elegidos por los turistas para hospedarse por periodos prolongados de tiempo, ya que prefieren ciudades más grandes con mayor oferta de alojamiento y actividades recreativas, los pueblos mágicos son los favoritos para salir de la rutina y tener un tiempo de descanso a un costo más accesible.
Con esto, se logran los dos objetivos de esta iniciativa: una derrama económica más equitativa, evitando la concentración de visitantes en pocas ciudades, y el fomento del turismo interno, al generar destinos a dos o tres horas de distancia de los paseantes nacionales.
EXPANSIÓN Y DESARROLLO SUSTENTABLE
Actualmente, existen en México 177 lugares con reconocimiento de Pueblo Mágico, tras la incorporación de 45 municipios nuevos en el programa este año. Otros 78 más están en espera de obtener el título.
Cuando el proyecto surgió, sólo contaba con tres municipios; sin embargo, para el año 2011, la Secretaría de Turismo presentó nuevos lineamientos generales para la incorporación y permanencia en el programa, con el propósito de incrementar la competitividad de 83 regiones del país. La sustentabilidad, la competitividad, el uso de tecnologías de la información y la transversalidad serían los elementos básicos de este modelo de Gestión Inteligente de Destinos.
Para 2020, la Estrategia Nacional de Pueblos Mágicos ya incorporaba entre las responsabilidades de los municipios adscritos el impulso de un enfoque social y de respeto a los derechos humanos en la actividad turística; el fomento del desarrollo justo y equilibrado entre los individuos, comunidades y regiones; el fortalecimiento de la innovación y la diversificación de la oferta turística, y la contribución al turismo sostenible, priorizando la conservación del patrimonio histórico. Es decir, se trata de un modelo de desarrollo que permite la subsistencia de comunidades con una visión de futuro que otras actividades económicas no necesariamente tienen.
La población total estimada de estos municipios alcanza casi los ocho millones de personas, aproximadamente el 6 por ciento del total de habitantes de México, de los cuales más del 50 por ciento se encuentran aún en condición de pobreza y más del 11 por ciento son indígenas, con predominancia de nahuas, mayas, mixtecos, zapotecos, tzeltales, otomíes y tzotziles.
En el caso de Coahuila existen ocho pueblos mágicos: Arteaga, Candela, Cuatro Ciénegas, General Cepeda, Guerrero, Múzquiz, Parras, General Cepeda y Viesca. El número de residentes, de acuerdo a la proyección de población para 2023 del Consejo Nacional de Población (CONAPO), es de 213 mil 208, es decir, el 6.7 por ciento del total en el estado.
Los pueblos mágicos de Coahuila cuentan con 5 mil 709 unidades económicas (establecimientos que producen bienes y servicios), de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). De ellas, 97 son de alojamiento temporal y 632 de preparación de alimentos y bebidas, es decir, ambos rubros constituyen el 12 por ciento de esas unidades. Pero, si además se considera el sector comercio, la participación empresarial alcanza el 54 por ciento del total, lo que deja en evidencia la importancia de la actividad turística, recreativa y comercial en la economía de esas regiones del estado.
Las escapadas a los pueblos mágicos nos ayudan a reconocer la riqueza social, cultural, natural, histórica y étnica de nuestro país; nos ofrecen la oportunidad de apreciar la multiculturalidad de la cual formamos parte, y nos brindan experiencias únicas de recreación y descanso. Por otro lado, los viajes a estos destinos impulsan la cultura, la economía y el desarrollo de las localidades.
Es posible que los cambios de gobierno hayan generado disrupciones en las políticas con relación a este modelo, sin embargo, no deja de ser una herramienta de proyección para las comunidades que forman parte de él, por lo que es trabajo de los pueblos mágicos venderse y volverse competitivos. Como en todo proyecto, algunos elementos tendrán que desaparecer, pero otros se fortalecerán. Es tarea tanto de los gobiernos locales como estatales luchar por el crecimiento de estos programas a nivel federal.