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La Peña Beisbolera

El atraco del 43 III

Parte 3

JUAN GARCÍA

La última serie de la temporada 1943 de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), estaba programada para que Unión Laguna sostuviera en Torreón cuatro juegos frente a Pericos de Puebla, los días jueves 7, viernes 8, sábado 9 y domingo 10 de octubre de ese año. Uno de estos juegos era para reponer el celebrado el 31 de julio, también aquí en Torreón frente a Puebla, ganado por UL, pero que la LMB anuló por lo que luego se explicará.

Laguna ganó los primeros dos juegos, el del jueves y el del viernes. El del sábado no fue posible siquiera iniciarlo por la intensa lluvia que cayó sobre la región. Se decidió entonces que el domingo se jugaran los dos encuentros faltantes. Uno por la mañana y el otro en la noche, y así completar el calendario.

A pesar de que el temporal lluvioso no cesaba, el primero del domingo dio inicio con terribles consecuencias para Unión Laguna, que solo pudo sacar dos outs del primer inning. Empezó lanzando Manolo Fortes y tuvo que entrar rápidamente en su relevo Martín Díhigo. A ambos les hicieron 6 carreras y al momento en que el ampáyer Mullen decidió que era imposible continuar el juego, quedaron tres Pericos en las almohadillas. En menos de una entrada, pues, el panorama pintaba muy mal para los laguneros, aunque no tomaban aún turno al bat. En modo alguno podía darse el juego por perdido.

El choque inicialmente programado para llevarse a cabo en la noche del domingo, ya ni siquiera se intentó iniciarlo. En sus Memorias, Martín Dihigo sostiene que sí era posible realizarlo, pero que nadie le prestó atención porque se apostó a dejar todo para el lunes. Craso error. Se puede decir que el temporal lluvioso impidió que Laguna se coronara nuevamente campeón en 1943, puesto que ya lo había sido en 1942. El otro factor que influyó fue la anulación que la LMB hizo del triunfo que UL obtuvo en el estadio de la Revolución sobre Puebla el 31 de julio, asunto al que después haré referencia. 

La afición y la directiva confiaban en que los dos juegos que la lluvia hizo imposible realizar, se efectuarían el lunes. Pero ello fue imposible porque los diarios de la ciudad informaron en su edición del mismo lunes 11 que los jugadores de Puebla se marcharon desde el domingo, "aprovechando que el tren del norte pasó por aquí hasta medianoche". En consecuencia, no había a quién enfrentar aquel lunes.

Considerando que Monterrey había ganado los tres juegos de su última serie a Tampico, sus números quedaban en 53 juegos ganados y 37 perdidos (en total 90 encuentros) sin ninguno pendiente de jugar, para un puntaje de .589 milésimas. En tanto que Laguna sumaba 51 victorias y 36 derrotas (que sumaban 87 juegos) con dos choques pendientes según ya vimos, mas otro que se había empatado durante la temporada, precisamente con Tampico, y que la LMB había tomado el acuerdo de que se volvería a jugar si al final de la campaña resultaba decisivo para definir al equipo campeón. Hasta aquí, con tres juegos pendientes el puntaje de UL era de .586 milésimas. Es decir, una diferencia de apenas tres milésimas entre laguneros y regios.

Con malestar, enojo y angustia la afición lagunera se preguntaba qué iba a pasar, qué procedía.

Se presentaban tres posibilidades. La primera, que los dos juegos pendientes se acreditaran por default a Unión Laguna al no presentarse el equipo adversario. La segunda, que las cosas quedaran con los números arriba mencionados, lo cual significaba proclamar campeones a los Industriales de Monterrey, con el argumento de que la temporada había llegado a su fin y ya nada se podía hacer.

Y la tercera, muy remota ciertamente, obligar al equipo de Puebla a presentarse a los dos juegos que quedaban pendientes y definir conforme a los resultados de estos qué equipo obtenía el banderín.

En el caso de que la LMB optara por la segunda posibilidad, es decir, que la temporada había concluido y ya nada adicional procedía, se tenía un poderoso argumento en contra. Sucedió que el día 6 de ese mes de octubre, el día previo al inicio de la última serie, el licenciado Ángel G. Saravia, presidente del Club Unión Laguna, recibió del Alto Comisionado de la LMB, Octavio Rueda, un telegrama en el cual le comunicó que en caso de ser necesario se llevaría a cabo, después de concluido el calendario de juegos de la temporada, el encuentro que durante la campaña había quedado empatado entre Laguna y Tampico, lo cual echaba por tierra el falso argumento de que después del domingo 10 de octubre ya nada procedía.

Aunque ya sabemos cuál fue el desenlace de este asunto, aún hay incidentes que vale la pena contar. Entre otros, el porqué de la anulación del triunfo obtenido por UL frente a Pericos de Puebla el 31 de julio de ese año de 1943, que mucho influyó en el problema que se presentó al final de la temporada. Así como lo sucedido después de la decisión tomada por la LMB, de declarar campeón de ese año a Monterrey. A todo ello se referirá el siguiente y último artículo de esta serie.

Juan Antonio García [email protected]

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