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El arte de las estafas por Internet

Mientras los delincuentes cibernéticos encuentran cada vez más maneras de acceder a la información privada de los usuarios, se hace necesario tomar medidas individuales e institucionales para la seguridad en línea.

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RICARDO OROZCO ROSALES

Los estafadores, astutos e innovadores en su terreno, carecen por completo de escrúpulos. En este preciso momento, podría estar entre nosotros uno de estos hábiles manipuladores, analizando meticulosamente cuándo desplegar sus artimañas en nuestra contra. Ante esta realidad, explorar atentamente el comportamiento actual de dichos impostores es esencial, ya que cuando sus artificios habituales se agotan, siempre tienen otras estrategias preparadas, revelando así su maestría en el arte de la decepción.

Un ejemplo sorprendente de este juego, que comúnmente sucede en el ámbito de las redes sociales, se ilustra en el reciente caso de una mujer española, quien cayó presa de un engaño hábilmente urdido por un individuo que adoptó la identidad del emblemático actor estadounidense Brad Pitt. Como miembro activo de un club de seguidores de Pitt en Facebook, la mujer entabló un intercambio de mensajes con el sujeto. Con astucia, este ganó su confianza y afecto para luego prometerle colaborar en la filmación de una película en España, siempre y cuando le enviara dinero bajo el pretexto de cubrir gastos del proyecto. Con cada transferencia bancaria que la mujer realizaba, el impostor le enviaba imágenes manipuladas del actor en eventos exclusivos y estrenos, para dar verosimilitud a su personaje.

¿QUÉ ES EL PHISHING?

El phishing emerge como la artimaña con la que una persona, al imitar la fachada de entidades legítimas, busca obtener información personal y financiera de sus desprevenidas presas. Puede sonar muy dramático decirlo de esta manera, pero hay que reconocer que los estafadores resultan exitosos porque sus historias de engaños están tan bien trabajadas que pueden aprovecharse de cualquier distraído.

Ante esta amenaza en Internet, la recomendación más congruente sería: si parece demasiado bueno para ser verdad, probablemente sea una mentira. Si un día, de la nada, alguien te contacta diciendo que has ganado la lotería y tú ni siquiera compraste un boleto, no contestes el correo electrónico ni el mensaje en tu red social, o simplemente cuelga la llamada.

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No hay que olvidar que el uso de Internet tiene sus beneficios y peligros. Ya no se puede afirmar que lo que ocurre en el mundo cibernético no repercute en la vida real; desde que se pueden hacer transferencias bancarias y trámites en línea, todo ha cambiado.

La alfabetización digital emerge como un faro en la vastedad de la web, dotando a los cibernautas de las destrezas y el conocimiento necesarios para navegar con cautela, discernimiento y responsabilidad en el océano de información en línea. Pero la educación para usar el Internet de forma segura apenas está en progreso, y su libro se está escribiendo conforme el mundo digital va evolucionando.

AMISTADES FALSAS

Las redes sociales están diseñadas para ser igual de adictivas que las máquinas de los casinos. Cada vez que se recibe una nueva solicitud de amistad, el cerebro libera dopamina. Facebook aprovecha este concepto de relación interpersonal para darle un giro siniestro, haciéndonos creer que tener más de 100 amigos en nuestro perfil es a lo que debemos aspirar.

En esta vorágine digital, cada clic y desplazamiento es una moneda en el tragamonedas de la atención. Nos convertimos en víctimas de nuestras propias reacciones químicas. En medio de esta maraña, los estafadores encuentran su terreno fértil. Aprovechan la urgencia de los usuarios por conectarse y sentirse parte de una comunidad para sembrar sus engaños. Nos convencen de que su solicitud de amistad es genuina y, si aceptamos, nuestros datos personales y financieros se convierten en su botín. Una fecha de cumpleaños compartida públicamente, podría ser utilizada para adivinar una contraseña.

Es importante recordar que, en este vasto universo digital, nuestros movimientos no son meros clics.

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El inicio perfecto para un libro introductorio en la alfabetización digital, sería decir que de la misma forma que nos cuidamos de cualquier persona extraña al salir a la calle, deberíamos estar alertas en Internet: si alguien que no conocemos aparece en el camino mientras vamos andando, ¿le daríamos acceso a toda nuestra información personal?

Es tiempo de poner las redes sociales en modo privado.

PROTECCIÓN CONTRA FRAUDES CIBERNÉTICOS

Las amenazas cibernéticas evolucionan sin cesar y, en respuesta a esta creciente preocupación, la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF) lanzó el Portal de Fraudes Financieros. Este sitio web emerge como una herramienta de protección y prevención, brindando información crucial, ejemplos de prácticas fraudulentas y orientación sobre cómo eludir a los estafadores. La iniciativa demuestra que, a pesar de las astutas artimañas de los engañadores, el respaldo oficial del gobierno puede desplegar el camino hacia la seguridad financiera en línea.

En este contexto de crecientes estafas en línea, los bancos también han comenzado a implementar estrategias contra los fraudes financieros, demostrando su compromiso por mantener seguros a sus clientes. Ejemplo de ello es BBVA, que ha enfocado sus esfuerzos en dos factores: notificaciones en tiempo real y detección de actividades sospechosas. A través de sus recursos y canales de atención, busca proporcionar instrumentos para identificar y prevenir posibles estafas, subrayando la importancia de la colaboración en la protección contra los delincuentes cibernéticos.

A pesar de todo este apoyo para los ciudadanos, la realidad es que, en esta situación, la de estafas en Internet, todo depende principalmente de nuestro actuar y el interés por no dejar que nuestra información privada sea de fácil acceso para cualquier persona.

Si pasamos todo el día en las redes sociales, no cuesta nada tomarnos un par de minutos para darle un vistazo a las opciones de privacidad.

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