Día de Acción de Gracias: una fiesta de origen hispánico
En otoño de 1863, Abraham Lincoln decretó de manera oficial lo que se conoce como Thanksgiving Day o Día de Acción de Gracias para celebrarse de manera nacional en Estados Unidos a partir del último jueves del mes de noviembre, en un intento desesperado por unificar a un país que se había dividido en dos debido a las constantes diferencias entre los inhumanos esclavistas sureños y los industriales rapaces del norte.
Según el mito convertido en tradición anglosajona, este festejo tan tradicional se remontaría al año 1621, cuando los primeros colonos ingleses o “peregrinos” que llegaron desde Inglaterra a Plymouth Rock, Massachusetts, en la embarcación del Mayflower, convidaron a los nativos de la tribu Wapanoag a una gran cena en agradecimiento por la ayuda que estos les ofrecieron de manera más que generosa a partir de su llegada a lo que hoy sería América del Norte.
Según la retórica oficial que se narra en las escuelas públicas del vecino país, luego de padecer una serie de infortunios y escasez de alimentos, los indígenas ayudaron a los ingleses a cazar, pescar y cosechar incluso sus propios alimentos; razón más que suficiente para invitarlos a la mesa como muestra de gratitud. Sin embargo, lo que los norteamericanos y muchos otros tantos fuera de aquel país desconocen es que este supuesto acontecimiento no fue ni siquiera el primer festejo de Acción celebrado en lo que hoy es territorio estadounidense.
En realidad, este discurso fraterno más bien pareciera un intento de copia impuesto a partir de hechos históricos que por mucho antecedieron a los llamados peregrinos protestantes en Massachusetts, al menos cien años antes de su llegada y haciendo eco de la celebración que sí se llevó a cabo entre indígenas y españoles cuando el capitán Pedro Menéndez de Avilés llegó a las costas de Florida en 1565, donde se encontró con la tribu Timucua. Ahí se llevó a cabo la primera misa en lo que hoy sería el territorio de San Agustín (Saint Augustine) junto con una cena de agradecimiento a la que seguirían una serie de eventos oficiales entre nativos y europeos como la creación de un hospital, escuelas, templos y planos urbanísticos para la fundación de una primera villa, tras frenar los intentos de avance por parte de los franceses en este nuevo territorio.
De hecho, conforme con las reales ordenanzas emitidas por parte de Felipe II, una vez que Menéndez se establece en San Agustín y levanta un fuerte en dicho punto, al enterarse de las incursiones de los galos en nuevo territorio, cabalga en compañía de la tribu de los Satiriwa, con quienes ataca Fort Caroline en lo que hoy se conoce como Jacksonville, obligándolos a capitular y frenando su avance.
Al vencer, y en agradecimiento por su ayuda, el capitán Menéndez organizó un gran banquete con los indígenas que le ayudaron y juntos participaron de una misa solemne de Acción de Gracias. Se conoce lo que todos cenaron: cerdo asado, vino español, galletas y garbanzos por el lado europeo; en tanto, los nativos compartieron pescado, yuca, frijoles y maíz. Hubo música y baile por parte de los españoles, misma que alegró aquella cena que como colofón terminó nada menos que con la unión matrimonial entre el propio Menéndez y la hermana del rey de la tribu.
Y si otro antecedente hiciera falta, para 1598 el conquistador zacatecano Juan de Oñate llevó a cabo otra Acción de Gracias con los indígenas que contactó una vez que cruzó el río Grande por el Paso del Norte, al igual que con los fieles tlaxcaltecas que le acompañaron desde Zacatecas en su aventura rumbo a Nuevo México, organizando una misa solemne junto con una cena y la primera presentación de teatro llevada a cabo en aquel territorio.
A diferencia de lo que harían los puritanos ingleses, los conquistadores españoles no masacraron a los nativos ni les dieron cobijas con viruela para matarlos, tampoco los escalparon; por el contrario, se unieron en matrimonio y fundaron nuevas villas, poblados y estancias de ganado y de cultivo juntos.
Es dudoso que los sajones protestantes compartieran el pan y la sal con quienes consideraban inferiores y a quienes les cortarían la cabellera en corto plazo, por lo que esta celebración tardía y con tintes nacionalistas más pareciera un invento del propio Lincoln y su gabinete con la finalidad doble de evitar en lo posible la separación de los Estados Unidos con los Estados Confederados, así como para blanquear su historia y tratar de borrar todos los crímenes perpetrados en contra de los nativos americanos hasta ya entrada la década de 1870.