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De política y cosas peores

ARMANDO CAMORRA

Le dijeron a Babalucas: “Fulano es pedófilo”. “No me extraña -replicó-. Tiene una cara de borracho que no puede con ella”. La Iglesia de la Quinta Venida -no confundir con la Iglesia de la Quinta Avenida, que promete la salvación a sus feligreses a condición de que estén al corriente en el pago de sus aportaciones-, la Iglesia de la Quinta Venida, digo, prohíbe el baile por considerarlo antesala de la fornicación. Una mañana el pastor Rocko Fages y Miss Dorela, pianista de la iglesia, estaban yogando recargados en el piano, un Baldwin vertical de siete octavas. De pronto el reverendo interrumpió la acción y le sugirió a Miss Dorela: “Tendámonos en el piso, hermana. Si entra alguien va a pensar que estamos bailando”. Soy abogado. (”Nadie es perfecto”, dirá algún chocarrero). Quizá por eso doy tanta importancia a la ley y a las instituciones. El orden jurídico y los organismos públicos que de él emanan son piedras angulares de la sociedad. Ahí donde el derecho y la institucionalidad política no son respetados se afincan el caos y la anarquía. Eso, por desgracia, lo estamos viendo en Nuevo León. Caso muy diferente es el de Coahuila, mi estado natal. Ayer, en un solemne acto llevado a cabo en el recinto del Congreso, se hizo el cambio de titular del Poder Ejecutivo. Terminó su gestión Miguel Riquelme e inició su sexenio el nuevo Gobernador, Manolo Jiménez Salinas. El primero se va en medio del reconocimiento de sus conciudadanos; en el segundo encarna la esperanza de los coahuilenses de que se mantenga el clima de seguridad, orden y armonía que el gobernante saliente dio a la entidad. Manolo pertenece a una familia sumamente apreciada de la cual muchos buenos frutos han derivado para la comunidad. Es muy joven -no llega a los 40-, pero a su juventud añade una experiencia política valiosa. Fue diputado local y magnífico alcalde de Saltillo, el que más votos ha obtenido en la elección municipal. Hizo de nuestra ciudad una de las cinco más seguras de México, la tercera con mejor calidad de vida en el país y la primera en competitividad urbana. En materia de transparencia obtuvo el grado máximo, y al término de su administración entregó finanzas sanas, con cero deuda pública. Varias empresas encuestadoras lo situaron como el alcalde mejor calificado en la República. Ganó por amplio margen la elección de Gobernador, y tomó posesión del cargo contando con el apoyo de todos los sectores sociales del Estado. Por el bien de Coahuila y de los coahuilenses espero que Manolo Jiménez Salinas continúe la obra de su antecesor. Posee carisma, entusiasmo, experiencia administrativa y sentido político. Pienso que a un excelente gobierno seguirá otro de igual calidad, y que mi solar nativo conservará la paz y la seguridad de que ahora goza, lo mismo que su ambiente de orden y trabajo. Que así sea. Don Poseidón, granjero acomodado, tenía un toro semental. Semestral más bien parecía el dicho toro, pues cuando le llevaban una vaca mostraba la misma indiferencia que si le llevaran la enciclopedia Espasa. Don Poseidón consultó el caso con un veterinario, y éste le administró al bovino una pócima que hizo que el toro cobrara de inmediato nuevos ímpetus. Cubrió a seis vacas, una tras otra, y lo mismo habría hecho con el granjero y el facultativo si éstos no se hubieran puesto prudentemente a salvo trepando con premura al techo del galpón. Días después un vecino le preguntó a don Poseidón qué pócima era aquella que tan grande vigor generativo había dado al toro. “No sé qué sea -respondió el añoso ganadero-, pero sabe como a agua de limón con canela y alcanfor”. FIN.

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Escrito en: De política y cosas peores Armando Fuentes Aguirre Catón

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