¡Qué lindas las adivinanzas de los pasados tiempos, tan presentes en la recordación!.. “Arca monarca de buen parecer, que un carpintero no la puede hacer; sólo el Dios del cielo con su gran poder”. La nuez. “Fui al mercado, compré negrito, llegué a la casa y se puso coloradito”. El carbón. “Para bailar me pongo la capa. Para bailar me quito la capa. Porque sin la capa no puedo bailar. Porque con la capa no puedo bailar”. El trompo. Y aquella otra que tanto desconcertaba a los niños: “Éstos eran cuatro gatos, cada gato en su rincón. Cada gato ve tres gatos. Adivina cuántos son”. ¿Se me permitirá que haga una parodia de esta última adivinanza? “Éstas eran tres gatitas. Las sacó AMLO de un rincón y quiere hacerlas juristas. Adivina quiénes son”. La terna propuesta por el presidente (con minúscula, por favor) para de ella sacar a quien sustituirá a Zaldívar es una prueba más de que el caudillo de la 4T no mira por el bien de la República: se preocupa sólo por conservar su poder y acrecentarlo. Si cualquiera de las tres personas designadas llega a la Suprema Corte lo hará portando la característica que pide López a sus partidarios en algún cargo público: 10 por ciento de capacidad y 90 por ciento de incondicionalidad. O sea 10 por ciento de eficiencia y 90 por ciento de obediencia. No quiere él otro poder que contraste el suyo y le ponga freno o contrapeso. Nada ni nadie debe limitar su voluntad. Si en la elección del 24 su partido gana la mayoría calificada en el Congreso el tabasqueño reformará a su antojo la Constitución e instaurará un régimen dictatorial a la manera de los que tienen aherrojadas a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Decir eso no es ser catastrofista; es simple y sencillamente ser realista. Nos amenaza la posibilidad de un maximato semejante al que creó en su época Plutarco Elías Calles. De ganar Claudia Sheinbaum la Presidencia sería un mero instrumento dócil a las consignas de quien la puso ahí. No se vería la sabia y sana práctica merced a la cual el PRI, con todas sus lacras y defectos, dio 70 años de estabilidad política al país. Cuando un Presidente concluía su gestión se iba a su casa; hacía acto de permanente ausencia y no volvía a abrir la boca en público ni siquiera para bostezar. Estemos seguros de que López no se irá a su rancho, que es a donde muchos mexicanos quisiéramos que se marchara. Su apetencia de poder es desorbitada. Tardó 30 años en conseguirlo y no lo va a ceder por propia voluntad. El bastón de mando que le entregó a Sheinbaum es de mentiritas: el mando lo conserva él; lo demás es sólo un palo con listones. Seguirá, pues, el asedio contra la Suprema Corte, contra el INE, contra los medios de comunicación independientes, contra todo aquello, en fin, que en una u otra forma se le oponga. A México le esperan días difíciles. Nuestra participación de ciudadanos, nuestras protestas, nuestro voto en la elección crucial del próximo año podrán evitar que los terribles males que derivan del populismo, de la demagogia y del absolutismo se abatan sobre nuestro país. Sirvan los siguientes cuentecillos para aligerar el ánimo, abatido por la anterior lucubración. Decía un señor: “Nuestro matrimonio ha funcionado porque mi esposa y yo somos muy compatibles. A mí me encanta el sexo, y ella está dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de no estar en la cocina”. “¿Quién es ese hombre?” -le preguntó, airado, el marido a su mujer cuando la halló en ilícito concúbito. “Qué buena pregunta” -replicó ella calmosamente. Y volviéndose hacia el sujeto con quien se estaba refocilando le preguntó a su vez muy interesada: “De veras, ¿cómo te llamas?”. FIN