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Crisis en los graneros del país y del mundo

JORGE ÁLVAREZ FUENTES

Analicemos lo que está ocurriendo en México en relación con la producción e importación de granos, sobre todo de maíz, trigo y sorgo. En el ámbito interno se han dificultado mucho las relaciones y transacciones del gobierno con los productores en torno a los precios de garantía. Las grandes empresas multinacionales mantienen un papel preponderante. Son un factor externo e interno inocultable. Desde hace varios meses se venían negociando los precios de garantía y los volúmenes de compra. Los productores de Sinaloa, Sonora, Baja California, Chihuahua y Tamaulipas exigen 8 mil pesos por tonelada de trigo, 7 mil por la de maíz y 6,500 por la de sorgo. Se quejan de altos costos de los insumos, de la desaparición de los programas de cobertura de precios y de agricultura por contrato, al dejar de funcionar los sistemas de comercialización y crédito con la desaparición de ASERCA y de Financiera Rural. Ante la falta de respuestas favorables, productores tomaron el aeropuerto de Culiacán y bloquearon otras instalaciones, para presionar a los gobiernos.

Prevalece una honda preocupación. Hay excedentes, sobre todo en Sinaloa; se desconocen las reglas y la mecánica en las operaciones de acopio. A la fecha, no se ha pagado una sola tonelada después de 45 días de iniciada la cosecha. Aún no está claro si habrá y se destinarán recursos para comprar los 4 millones de toneladas excedentes, al precio de garantía de 6,965 pesos para destinarse a la reserva estratégica. Ronda la posibilidad de quiebras de pequeños y medianos productores que podrían caer en cartera vencida. Las denuncias de corrupción en SEGALMEX, el retroceso del dólar y la fortaleza del peso no ayudan. Tampoco el aumento en el precio de los fertilizantes o el trato diferenciado, confrontativo, entre pequeños y grandes productores. Por su parte, Cargill, Gruma y Minsa están a la expectativa, esperando comprar a un precio más bajo y vender caro, para lo cual cuentan con un gran margen de intermediación.

¿Cómo va a impactar esta crisis el mercado de granos y oleaginosas en el norte y occidente, el granero del país, ante la desaparición de subsidios gubernamentales, las fallas de operación y la falta de cupo en las bodegas? ¿Se malbaratará la producción récord de este año? Tiene un valor estimado de 166 mil millones de pesos y está en riesgo.

Todo lo anterior se explica, en parte, porque los mercados de futuros de granos han registrado una aguda tendencia a la baja, en los últimos 12 meses, con caídas de cerca del 30% en los precios del maíz y el trigo, al existir más oferta. También expectativas de menor demanda y consumo a futuro. Ello se debe a que fue posible sostener el acuerdo alcanzado el año pasado por Naciones Unidas y Turquía que permitió destrabar millones de toneladas de granos paralizados en los puertos del Mar Negro. Gracias a este acuerdo, a pesar de los avances de la guerra, Ucrania se mantuvo el año pasado como el segundo exportador de maíz y tercero de trigo. Pero las cosas podrían cambiar si Rusia rompe el acuerdo, como ya lo ha insinuado. Si acaso decidiera usar esta arma, ante un cambio desfavorable en los escenarios de guerra, al recrudecerse las hostilidades y riesgos, habría un impacto desastroso en el comercio global de granos.

La visita reciente de lideres africanos a Kiev y a Moscú, para promover un arreglo pacífico, dejó traslucir la inquietud que tienen varios países del continente africano que dependen por completo de las importaciones de granos de Rusia o Ucrania, que lo último que quieren es enfrentar estallidos sociales si llega a faltar el pan. El gasto mundial en importaciones de alimentos batirá un récord este año, debido, principalmente, a la inflación. Algunos países en desarrollo no podrán sostener el volumen de sus importaciones. La producción de alimentos es un arma geopolítica en manos de las potencias agroalimentarias. Hay distorsiones e inestabilidad en el mercado alimentario global.

Asimismo. tengamos en cuenta la prohibición decretada por el gobierno de México para limitar y eliminar las importaciones de maíz genéticamente modificado, medida cuestionada que ha dado lugar a una controversia solicitada por Estados Unidos en el marco de las consultas del TMEC, respaldada por Canadá. Aunque México es autosuficiente en producción de maíz blanco, que se utiliza para la producción de tortillas, importa de Estados Unidos cerca de 17 millones de toneladas de maíz amarillo, 16 de las cuales están destinadas al sector pecuario e industrial. El comercio de granos en Norteamérica enfrentará nubarrones.

Ante un contexto global desfavorable y complejo, ante la previsión de que continue una sequía estacional de tres meses a lo largo de los principales estados agrícolas de los Estados Unidos, México necesita actuar, desarrollar urgentemente una política agroalimentaria más amplia e integral, que apoye si, al máximo, las capacidades de los campesinos de temporal y los pequeños productores, pero que también sume las de los grandes y medianos productores. Son 25 mil. Ello exige establecer medidas de regulación económica y productiva que estimulen la producción de alimentos básicos, disminuyan gradualmente la dependencia de las importaciones y reduzcan el impacto de los precios internacionales. El gobierno mexicano debe reunir y movilizar la voluntad de los campesinos, productores, comercializadores y consumidores para lograr la seguridad y la soberanía alimentaria que se propuso para enfrentar mejor una crisis alimentaria de baja intensidad.

@JAlvarezFuentes

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