Carta al Smithsonian (segunda parte)
“Más aún, incluso cabe señalar que el nombre/título de ‘Malinche’ le fue ante todo dado nada menos que al mismo Hernán Cortés por parte de los indígenas, a modo de reverencia, dado que significa “aquel que anda / camina junto con Malintzin”.
El fruto de esta relación amorosa fue nada menos que don Martín Cortés, quien sería un noble mestizo y el hijo favorito de Cortés. Don Martín fue educado y condecorado Caballero en España con la Orden de Santiago, y como soldado en activo fue incluso uno de los héroes que luchó en Flandes y en la épica Batalla de Lepanto, teniendo nada menos que a Cervantes por compañero de lucha.
Resulta inevitable comparar aquí los esfuerzos de don Hernán Cortés por concederle a su amado hijo tenido con Malintzin el título nobiliario de Caballero —incluso desde que era niño— con los esfuerzos de Tomás Jefferson, quien no sólo se negó a brindar reconocimiento a ninguno de los hijos que tuvo con Sally Hemmings, su esclava y amante africana, y a los que llegó hasta vender.
Otra cosa que vale la pena subrayar es que doña Marina-Malinche era tratada con los debidos honores y respeto tanto por los españoles como por los miembros de las muchas tribus y naciones indígenas que se encontraban ya armónicamente integradas al Imperio Español (con la primera Universidad en el continente americano, oficialmente abierta en la Ciudad de México en 1553) y quienes se habían liberado del genocidio caníbal perpetrado por los aztecas (con un estimado de entre 20 y 30 mil víctimas al año, sacrificadas durante más de cien años).
De hecho, ella misma se convirtió en una prestigiada y noble dama, y hasta en terrateniente de varias extensiones de tierras y haciendas.
Este artículo, me temo, carece de respaldo académico en muchas áreas que abarca —algo que pudo haberse logrado de haber acudido con profesionales como la doctora Elvira Roca Barea, el doctor Antonio Rubial García, la doctora Elsa Hernández Pons, el doctor Alberto Pérez Amador-Adam o incluso con el mismo doctor Eduardo Matos Moctezuma, en vez de con un ideólogo político—, razón por la cual fue llevado a cabo con pleno desconocimiento, prejuicio y la vieja y conocida Leyenda Negra antihispana que ya ha sido refutada bastante desde el siglo XX, incluso por académicos norteamericanos como el doctor Philip Wayne Powell (consejero presidencial en Washington y autor de muchas grandes obras sobre la Conquista de Mesoamérica, los indígenas del norte y su clásico libro sobre la leyenda negra Árbol de Odio: Propaganda y prejuicios afectando las relaciones de los Estados Unidos con el Mundo Hispánico, publicado desde los años sesenta).
Más aún, el Instituto Smithsoniano debería ser más cuidadoso en sus publicaciones y artículos en aras de prevenirse de falta de seriedad, calidad, prestigio y credibilidad en un futuro cercano.
Quedo, respetuosamente, a sus órdenes: Dr. Enrique Sada Sandoval”.
Epílogo: El Instituto Smithsoniano, tanto en la persona de su becaria y graduada como a título general- institucional, no sólo nunca respondió la aclaración pública ni por mensaje de correo personal —que para el presente efecto le había sido proporcionado por un servidor— para esta finalidad. Más aún, eliminó esta nota aclaratoria que se encontraba escrita en su espacio y eliminó también el espacio destinado a réplica y comentarios en relación con el artículo de su protegida; es decir, nada distinto a lo que suele hacer la SEP, como su institución filial, aquí en México.
