EDITORIAL Caricatura Editorial Columna Astillero Sergio Sarmiento editoriales

Panorama

Canto migratorio

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

Más allá de sus causas económicas y su inevitable repercusión política, el fenómeno migratorio es esencialmente sociológico. Desde nuestros años infantiles, nos enterábamos que algún familiar, un amigo o simplemente un conocido, habían ido "al otro lado", no como braceros o trabajadores temporales, sino con la idea de quedarse allá para realizar el llamado "sueño americano" y así mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias, ante la falta de oportunidades en su "México querido". 

Se decía que sólo en Chicago, Los Ángeles y San Antonio, había más mexicanos que en muchas ciudades de nuestro país, que se fueron quedando deshabitadas, convirtiéndose en "pueblos fantasmas" porque todos se habían ido a los "estaites naites" en busca de los dólares. Los viejos afirmaban, quizás con un poco de exageración, que, de cada diez habitantes de Los Ángeles, California, cinco eran de la Colonia Santa Rosa, del "Parralito" o de "Trincheras", colonia y barrios de Gómez Palacio.

Surgió así una expresión cultural que a través del canto relata el drama, las angustias, las peripecias, las penalidades de quienes se aventuraban a cruzar el Río Bravo, en heroico reto a las patrullas fronterizas para internarse en territorio americano, desafiando a las autoridades migratorias estadounidenses con tal de ver realizado su sueño que, en la mayoría de los casos, termina en terrible pesadilla por las condiciones de desigualdad, injusticia y explotación que allá encontraron, y aún encuentran.

Ha sido el canto, pues, un escape emocional, la forma sociológica en que los migrantes o los indocumentados comunicaron al pueblo su difícil situación; pero fue también un canto festivo, alegre, optimista que refleja la manera de ser del mexicano, pues si le canta a la muerte "en qué quedamos pelona, ¿me llevas o no me llevas?", con más ganas le canta a su condición migratoria para relatar cómo burla los cercos levantados que quieren impedirle el paso.

Referimos en este Panorama algunas de esas composiciones folklóricas y populares, con la pertinente aclaración de que nuestro trabajo no tiene propósito de rigorismo histórico, o sea no los mencionamos en estricto orden cronológico, pues no se trata de eso. Temas como el de la Canción Mixteca del dominio público:  "Que lejos estoy del suelo donde he nacido, inmensa nostalgia invade mi pensamiento y al verme tan sólo y triste, cual hoja al viento, quisiera llorar, quisiera llorar de sentimiento", que igual puede reflejar la nostalgia y melancolía de un migrante en Estados Unidos, como de cualquier mexicano que se encuentre en otro país.

Escucharíamos también "Paso del Norte", popularizado por Antonio Aguilar, canto que proyecta la tristeza de quien está por dejar la Patria para ir a probar fortuna en el vecino país.  "Paso del Norte que lejos te vas quedando, tus divisiones de mí se están alejando. Mis padres y mis hermanos de mi se están acordando, ¡ay cruel destino para ponerse a llorar".

Tal vez el más expresivo, sentimental y rico en vivencias sea "Canto del Bracero", interpretado en los años  cincuenta del pasado siglo por Pedro Infante, y recientemente por Eugenia León: "Cuando yo me fui pa'l norte/me colé por California/yo no tenía cartilla ni pasaporte,/ ni amigos ni palancas en Migración/ pero me colé con resolución;/ recorrí varios Estados de la Unión Americana:/ Por Arizona, Texas y por Loussiana, siempre sentí la falta de estimación, / "quesque" dicen que es "descriminación".

Surgió así una expresión cultural que a través del canto relata el drama, las angustias, las peripecias, las penalidades de quienes se aventuraban a cruzar el Río Bravo, en heroico reto a las patrullas fronterizas para internarse en territorio americano, desafiando a las autoridades migratorias estadounidenses con tal de ver realizado su sueño que, en la mayoría de los casos, termina en terrible pesadilla por las condiciones de desigualdad, injusticia y explotación que allá encontraron, y aún encuentran.

¡Ay que triste es la vida, la vida triste, la del bracero/ lejos de la familia y de la novia y del compañero/ dan ganas de llorar, de tan sólo recordar".Vendría luego Lalo González "El Piporro ", con un corrido alegre, festivo: "Chulas Fronteras" que describe en versos musicalizados la historia de quien primero fue ilegal y después documentado, que prefiere las ciudades fronterizas mexicanas para residir y gozar la vida, aconsejando a los migrantes que mejor se vengan a la frontera: "... de Tijuana a Ciudad Juárez, de Ciudad Juárez, Laredo, de Laredo a Matamoros sin olvidar a Reynosa..." "Antes iba al otro lado, a escondidas de la gente, pues pasaba de mojado, ahora tengo mis papeles, ya estoy  dentro de la Ley, tomo el whisky o el tequila, hasta en medio del jao wey. Yo les digo a mis amigos, cuando vengan a las "pizcas" no se dejen engañar: con los güeros ganan lana, pero no la han de gastar, vénganse pa la frontera donde si van a gozar".

Vicente Fernández con "Los Mandados" narra en un corrido cómo la astucia, la habilidad, el arrojo y lo "aventado" del mexicano, le permiten burlar la vigilancia migratoria y aunque lo regresen, insiste una y otra vez en internarse en suelo norteamericano hasta lograr su propósito. "A mí la "migra" me echó/ doscientas veces, digamos, / pero jamás me dobló, /a mí me hizo los mandados, / los golpes que a mí me dio/ se los cobré a sus paisanos".

Más recientes todavía, Los Tigres del Norte hicieron popular "La Jaula de Oro". Este corrido relata otro tipo de situación de los migrantes mexicanos: el desarraigo y la transculturación de los que se quedan allá. Éstos de algún modo logran cierta estabilidad y comodidades dentro del "american way of life"; añoran su Patria, sus hijos que migraron muy chicos son residentes y adquieren la ciudadanía; no se consideran mexicanos; no sienten a la Patria porque como no la han vivido, la desconocen. Es un drama familiar, choque de culturas, de padres con hijos: "Aquí estoy establecido, en los Estad-os Unidos, diez años pasaron ya, en que crucé de mojado, papeles no he arreglado, sigo siendo un ilegal... tengo mi esposa y mis hijos, que me los traje muy chicos y se han olvidado ya de mi México querido, del que yo nunca me olvido y no puedo regresar..."

Escuchamos en las estaciones de radio como tema específico: "Mojado... Indocumentado" de Arjona y Grupo Intocable. canción de protesta con mensaje subliminal. Es otro modo de ver el fenómeno, pero igualmente descriptivo y aleccionador: "El mojado tiene ganas de secarse, el mojado está mojado por las lágrimas que bota de nostalgia. El mojado, el indocumentado carga el bulto que legal no cargaría, ni obligado. El suplicio de un papel lo ha convertido en fugitivo, y no es de aquí porque su nombre no aparece en los archivos...".

Los temas musicales aquí referidos no son todos ni los más destacados; han servido para el propósito que nos planteamos: el Canto de los Migrantes.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Panorama

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 2234802

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx