Candidatos adelantados
En los próximos días se darán a conocer los nombres de quienes serán los candidatos del gobierno y la oposición a la Presidencia de la República. Los tiempos se han adelantado. Las precampañas ni siquiera deberían haber empezado, pero el propio presidente López Obrador las adelantó para impulsar a sus “corcholatas”. Después ya no hubo forma de detenerlas.
Las limitaciones a los tiempos de campaña y a las expresiones políticas de los funcionarios, que hoy cuestiona el presidente, son producto de la reforma electoral de 2007 en la que él y su entonces senador Pablo Gómez tuvieron un papel determinante. López Obrador se quejaba de que Vicente Fox había hecho campaña abierta por la Presidencia desde que ocupó el gobierno de Guanajuato en 1995 y que utilizó su poder como presidente para cuestionarlo durante la campaña de 2006. Por eso se establecieron los límites a los tiempos de campaña y se creó el concepto de “precampaña”, que no existe en otros países. También se crearon las mordazas para los presidentes y otros funcionarios.
No es lo mismo ser oposición que gobierno, sin embargo, y hoy López Obrador se queja de las restricciones que él mismo ayudó a impulsar. Son limitaciones sin sentido, de acuerdo, pero son la ley.
El presidente ha encontrado la forma de dar la vuelta a las prohibiciones. En los últimos meses hemos tenido una verdadera campaña de los aspirantes a la candidatura presidencial, tanto de los partidos del gobierno como los de oposición. En los próximos días ya conoceremos a los candidatos de las principales agrupaciones que contenderán en la elección presidencial de 2024. López Obrador, por otra parte, ha recurrido a su poder para descalificar de manera sistemática a los aspirantes de la oposición.
Los ciudadanos se benefician de que los candidatos sean “destapados” con tanta antelación. Pueden conocer más a fondo a quienes van a contender por la Presidencia con todas sus virtudes y defectos, los cuales salen inevitablemente a flote en las campañas. Y campañas hemos tenido en los últimos meses, aunque no se permita que así las llamen.
Para los candidatos, la exposición puede ser peligrosa. Faltan todavía nueve meses para las elecciones federales del 2 de junio de 2024. Las campañas adelantadas colocan a los aspirantes en una posición de vulnerabilidad. Cada expresión, cada gesto, cada palabra se convierte en tema de discusión y de crítica. Esto lleva a un desgaste, porque no hay candidato absolutamente perfecto.
Mal que bien, nuestro país está experimentando un la democracia. No es ideal, no tenemos un equilibrio de las reglas para que todos los aspirantes gocen de las mismas oportunidades. Por otra parte, a este proceso electoral le está entrando dinero, en anuncios espectaculares, por ejemplo, que nadie reporta. Sin embargo, ningún país tiene un sistema de elecciones perfecto. En Estados Unidos las campañas duran todavía más y el dinero de cada candidato es clave para el resultado.
Coincido con el presidente: se requiere una nueva reforma electoral, la cual habría que realizar después de los comicios. Podrían eliminarse muchas de las restricciones a la libertad de expresión que él mismo ayudó a introducir en 2007. Pero ahora estamos ya inmersos en un proceso en el que no sabemos de antemano el resultado. Por lo menos es un avance sobre la hegemonía total que el PRI y sus partidos predecesores mantuvieron entre 1929 y el año 2000. La incertidumbre es un signo de la democracia.