(RAMÓN SOTOMAYOR)
Tuvo inquietud por la lectura al cursar la escuela secundaria. No sólo leía, cuestionaba lo impreso en los libros. Inmersa en las narrativas, proponía otros giros, quizá el empleo de otras herramientas. Experimentó y tomó gusto por modificar las historias, hasta que llegó el momento de concebir las propias.
La joven escritora, Brenda Juárez Hernández, está en el Centro Cultural Casa Mudéjar, donde este martes ha presentado Entre el susurro de las sombras, su primera novela, en una ceremonia organizada por el Instituto Municipal de Cultura y Educación (IMCE). Allí se acompañó de Norma Alejandra Montelongo Moreno, Juan Eusebio Valdez Villalobos y German Cravioto.
Se trata de una publicación del sello lagunero Cravioto Editores, cuya génesis se remonta a cuando la autora cursaba la preparatoria. Entonces tuvo la oportunidad de realizar un viaje familiar al municipio de Arteaga. Observó las cabañas custodiadas por grandes coníferas y las limitaciones de seguridad llamaron su atención.
“Estaba el bosque y nos dijeron que no podíamos acercarnos porque había osos y otras faunas peligrosas. Había letreros de “no pasar”, “no cruzar”, etcétera. Y dije, bueno, si ya le tenemos miedo al bosque, ¿le podremos tener miedo a otras cosas que realmente podrían hacernos daño como las sombras? ¿Qué es lo que pasaría si las sombras pudieran hacernos daño”.
Inspirada en esas imágenes, Brenda Juárez redactó en ficción a San Agustín, un pueblo paradero para los turistas que buscan rentar alguna cabaña cerca del bosque. La novela es protagonizada por Pedro y su amiga Allison, quienes perciben cómo las llamadas sombras toman presencia como un ente que desaparece a personas.
“La familia de Pedro, después de una boda inesperada, va a San Agustín a pasar el verano. En San Agustín vivía el papá de Pedro cuando era niño. Entonces, cuando ellos llegan, descubren que hay muchas desapariciones de por medio. Y como la mayoría de personas que desaparecen en el bosque son extranjeros, personas ajenas al pueblo, no les ponen mucha atención. Hasta que comienzan a desaparecer personas del pueblo, es cuando la gente se pregunta qué está pasando”.
Más que un fenómeno paranormal, Pedro y Allison creen que realmente se trata de un asesino y se adentran en el bosque para encontrarlo. De igual manera, una vela es otro de los simbolismos que acentúan en la novela. Esta no debe apagarse, porque es la única manera de alejar a las sombras.
La narrativa de Brenda Juárez sigue orden sencillo, cronológico, en capítulos cortos. Su idea consistió en redactar un libro de fácil lectura, destinado a toda generación, sin el riesgo que se pudiese crear un bloqueo en el lector. Su escritura incluyó seis meses, pero el trabajo más arduo se realizó durante el proceso de corrección y edición.
El miedo fue un elemento que se neutralizó tas la publicación de esta novela. La autora retomó el hábito de la escritura hasta terminar la universidad. Lo intentó y el resultado fue de su agrado.
“Por lo general escribo y leo de noche. Necesito que haya mucho silencio para poder concentrarme en lo que voy a hacer. Me gusta poner música instrumental. Cuando estoy escribiendo y la música empieza a sonar más rápido, como que empiezan las escenas más caóticas en la novela. Me enfoco mucho, conforme vaya avanzando la música, también avanza el libro”.
