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Antonio Ramos Revillas, narrativa de relieve salvaje

Antonio Ramos Revillas, narrativa de relieve salvaje

Antonio Ramos Revillas, narrativa de relieve salvaje

SAÚL RODRÍGUEZ

Sus letras narran un paisaje social que late en las faldas del Cerro de la Silla, en el municipio de Guadalupe, Nuevo León. En Salvajes (Fondo de Cultura Económica, 2021) Antonio Ramos Revillas se aventura en este relieve a una periferia castigada, violentada, ante la cual no se genera mucho esfuerzo por parte de las autoridades para lograr cambiar su rostro.

“Ciudades perdidas, pero que, al menos en la parte del Cerro de la Silla, con como colonias flotando, que por supuesto carecen de todos los servicios, que tienen todo un estigma por la forma, cómo son las casas, por la ausencia de centros culturales, de centros educativos; por el aumento de bares, de cantinas, de depósitos y también, por su inaccesibilidad, se permite que se construyan pequeños cortos sociales”.

El autor es egresado de la carrera de Letras Españolas por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), institución que en 2015 le otorgó el Premio a las Artes por su trayectoria, y que hoy en día lo mantiene al frente de su feria universitaria del libro. Los personajes que habitan su novela (a excepción de Efraín, el protagonista) observan desde el Cerro de la Silla el control sobre su pequeño mundo: saben lo que son, dónde están y a qué lugar pertenecen.

“El único que está desubicado, entre el mejor futuro y el peor posible, es Efraín, quien no ha encontrado su lugar en el mundo y yo creo que la novela les dice cuál es. No va a ser un gran lugar, pero tampoco va a ser el peor. Y por peor me refiero a que entre al mundo del narcotráfico y sea asesinado joven. Tendrá otra ruta, trabajará, tendrá la oportunidad de trabajar para las siguientes generaciones”.

Efraín es un chico que vive con su madre y sus hermanos en lo alto del cerro. De pronto, un día los soldados irrumpen en su casa y arrestan a su madre acusándola de haberse robado un colchón. Efraín emprenderá entonces toda una aventura para liberarla, en los cuales se rasgan aspectos sociales y políticos de un sistema que intenta regir la realidad, donde quienes se supone representan a la justicia se convierten en enemigos naturales.

“Vengo de un entorno muy parecido y nunca tuve de joven ni de niño la idea de que la policía nos cuidaba, si no más bien era la policía estaba ahí para amedrentarte. Cuando vives en ese entorno, es muy difícil que esto cambie […] son un eslabón más de una carrera de depredadores de esta zona”.

El protagonista ha sido construido como un personaje entre puertas, fronterizo. Gracias a su talante y su educación, puede desdoblarse para no sentirse menos al entrar en contacto con gente de otra clase social. Se trata de un aprendizaje, gestado en su propio barrio y en otros espacios, que le otorgan las condiciones propicias para que justo encuentre eso.

“No me interesaba escribir una novela donde todos fueran malos, sino que tuvieran su carga buena y su carga mala, porque así es como somos en la vida real”.

Ramos imagina que todos en el fondo de nuestras vidas nos encontramos en una especie de juegos de malabares. “Todos estamos dándole vuelta a esos platos y en algún momento uno se nos va a caer. En algún momento, uno va a ser la causa, el eslabón de otra tragedia. Yo creo que eso es lo que pasa con esta novela y estos personajes: reciben un golpe, que es el encarcelamiento de la madre, y lo logran sortear, pero ya no logran sortear muchas cosas que se generan de ello”.

Nutrido por 150 páginas, Salvajes ofrece un tono amigable, accesible, para que pueda ser leído por jóvenes. Tal como le suceda a Marco, el menor de los hermanos.

“Asumo que Marcos es la esperanza de esta historia, es un chico que de entrada le gusta leer. Ya tiene otro concepto del mundo que lo sacará de las garras de la pobreza, aunque nunca deje de tener necesidades económicas, pero creo que nunca más será pobre”.

Quien no corre con tanta suerte es Fredy, quien sí cae en el barranco de la violencia. Ramos retrata un mundo después de la guerra contra el narcotráfico, donde los barrios se han quedado desconfigurados tras la salida de los líderes del hampa. Una nueva generación se forma en las calles y son quienes intentan tomar el mando en pandillas fraccionadas, una de ellas comandada por Eugenio.

“No quería que fuera esta novela de los cárteles ni de los narcos. Pensé en ubicarla en un espacio cuando todo esto tan presente y tan fuerte, de alguna manera está atenuado y se están reconfigurando los nuevos grupos de poder. ¿Y quiénes lo van a configurar? Pues los que quedaron. ¿Y quiénes son los que quedaron? Pues los jóvenes”.

Empezar desde las orillas, desde la pobreza, desde las necesidades, marca que la calle donde habitan los personajes es como su vida misma: una línea de tierra que se pierde en lo alto de los cerros. “Con baches, con polvo, con drenaje, pero poco a poco con el ímpetu propio, personal o familiar, puede ir convirtiéndose en una calle más transitable hasta nuestros últimos días. Creo que muchos empiezan en esa calle”.

Cabe señalar que Salvajes, la novela juvenil de Antonio Ramos Revillas, fue acreedora al Premio Cuatro Gatos 2022.

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