
(SAÚL RODRÍGUEZ)
Casi dos décadas han pasado desde que Yayo González (fundador de la banda Paté de Fua) arribó a México por primera vez. Proveniente de una tierra impregnada por el tango, el músico se considera un híbrido, pues su alma es tanto argentina como mexicana.
Será el escenario del Teatro de la Ciudad Fernando Soler, en Saltillo, quien lo verá afirmar su hermandad con el país a las 19:00 horas de mañana 24 de febrero; tomará su guitarra y entonará clásicos de la tradición tanguera junto a la Orquesta Filarmónica del Desierto (dirigida por Natanael Espinoza) y el músico lagunero Raúl Jacquez.
Desde la cuna
En las riveras del río de la Plata, el tango enamoró a la sociedad porteña. El padre de Yayo González perteneció a esa primera generación, escuchaba el género día y noche, pero nunca pudo ser músico. Cuando se percató de que Yayo podía entonar algunas notas, de inmediato le inculcó el interés. Le emocionaba que su hijo pudiera cantar su pasión.
“Esta es una anécdota muy personal, pero en esa época cuando me mandaba alguna travesura, se estilaba ponerte en penitencia en el rincón. Ya sabes, ahí paradito. Ahora te quitan el iPad o una cosa de esas, pero en esa época te ponían castigado un rato contra la pared. Mi papá siempre me levantaba el castigo poniendo tango, poniendo algún tango de Gardel. Me preguntaba: ‘¿Quién canta?’. Yo era muy chico, sabía reconocer la voz de Gardel y siempre era Gardel el que cantaba. Yo decía: ‘¡Gardel, papá!’. Eso levantaba el castigo. Era un ritual curioso que él hacía y a ese nivel estaba el tango en mi vida, en mi infancia”.
Yayo González entona su anécdota vía telefónica. Se encuentra en Saltillo, donde por la mañana ha atendido una rueda de prensa respecto al concierto del jueves. Se sincera y rasga más datos sobre sus inicios. Al comenzar su formación profesional como músico, se percató de que el tango brotaba de manera natural desde su ser. González es un virtuoso que se adentra en otro tipo de músicas, pero asegura que, hasta en el acento más tenue de ellas, el tango siempre está presente.
“Es mi forma de cantar, es mi forma de componer. Es un estilo que es parte de mi personalidad. De ahí viene mi relación con el tango, es realmente muy íntimo. Aunque no me considero un cantante de tango, es un lenguaje con el que siempre me he sentido cómodo”.
Al igual que su padre, González porta un aura gardeliana. Durante el concierto con la Filarmónica interpretará Volver, El día que me quieras, tangos que conoce desde su más temprana infancia, por eso le resulta imposible traer al presente el momento exacto de su primer encuentro con ellos.
“El tango tiene mucha sensualidad, su danza sobre todo. Creo que el auge internacional del tango por su puesto que tiene que ver con la música, pero tiene más que ver con la danza. La danza ha tenido mucho éxito internacional. El tango como tal a mí se me hace una música especial y con características únicas, sin entrar en que si es mejor o peor que otras músicas populares. A lo que me refiero es que el tango tiene unas características armónicas, melódicas o rítmicas, y de complejidad musical a la que otras pocas músicas populares han llegado”.
Para el músico, estas características provocan que el tango ostente mucha compatibilidad al momento de convertirlo en sinfónico. Tangos como El único o El último café, que también serán interpretados el jueves, fueron compuestos por grandes músicos y directores de orquesta. Además, hay que agregar el nivel poético del género, pues sus letras suelen indagar en lo más profundo.
“Alguna vez le preguntaron a Osvaldo Pugliese por qué el tanto era triste. Y él dijo: ‘El tango no es triste, el tango es serio’. El tango habla de las cosas con seriedad, es filosófico, habla del paso del tiempo, habla de la muerte, habla de la vida, habla del amor, de la pérdida del amor, de las rupturas amorosas. Es una música muy filosófica, con letras muy sabías, con la sabiduría de la calle, cantando canciones y a mí se me hace muy conmovedora. Y hay un dicho también en Argentina que te dicen los viejos, cuando sos joven y no te gusta el tango: ‘El tango ya te va a gustar, ya te va a llegar, con el tiempo te va a llegar’. El tango está hecho de frases que con la vida te vuelven: ‘Volver, con la frente marchita, las nieves del tiempo blanquearon mi sien’, ‘veinte años no es nada’. Imagínate lo que significa para mí que cumplí 19 años en México, lo que significa la letra de ese tango cuando regreso a Argentina. Cuando era joven no entendía a alguien que cantaba ‘20 años no es nada’. ¿Cómo que veinte años no es nada? 20 años es un montón cuando tienes veinte años. Cuando tienes 40 y te das cuenta de que 20 pasan muy rápido, cuando vienen los 50 o 60 te das cuenta de que el tango tuvo razón”.