Y digo envejecer por no decir que todos, en algún momento, nos vamos a morir. Sé que en primera instancia parece un comienzo fatalista y más tratándose de una columna que presume ser de temas optimistas. Pero estoy convencida de que a veces, para sonreír, es necesario ser consciente de por qué se está sonriendo y, tras cada motivo consciente, se esconde una reflexión.
Aquí va la mía: vas a envejecer, de eso no hay duda, todos vamos para allá, no hemos encontrado la fuente de la eterna juventud.
Y, seguramente, llegará cierto momento en tu vida en el que aún conservarás las capacidades psíquicas suficientes para darte cuenta de que ya no eres quien eras, de que todo a tu alrededor está cambiando y de que hay millones de cosas que antes podías hacer y ya no debido al paso del tiempo que te va quitando poco a poco tu juventud, tus ganas y tu fuerza.
Te darás cuenta cuando tengas canas y cambien el color de tu pelo, cuando tu piel se vuelva más rugosa, cuando no sepas decidirte sobre qué dolor quejarte y cuando tu habitación, parezca la nueva farmacia del barrio; sé que estoy siendo un poco exagerada si tomamos en cuenta que tan solo tengo 42 años, pero es que, el tiempo pasa y pasa muy rápido; si no nos enfocamos hoy en vivir al límite tal vez mañana no podremos hacerlo más.
Poco a poco me voy dando cuenta de que algo en mí está cambiando pues hay veces que no comprendo de qué hablan los jóvenes "de hoy en día", y me encuentro explicando a mis hijas memorias de mi vida y ellas escuchan esas palabras con la misma fascinación y sorpresa que las que sienten con una película de ciencia ficción.
Y es que si lo vemos de esta manera todos vivimos para en algún momento, morir.
Vives para llevarte a la tumba lo mejor de la vida. Para aprovechar cada emoción que puedas sentir durante el camino. Y, sobre todo, vives para que aprendan de ti. Para que sepan cómo continuar sin tu presencia sólo con el hecho de recordarte. Vives para sentir melancolía al recordar un pasado que no pudo ser mejor. Para sufrir las pérdidas ajenas y cerciorarte, entonces, de que amaste.
Vives para disfrutar de cada oportunidad que te permita ser feliz. Para saltar, bailar, hacer el amor. Sí. Porque vives para hacer, mientras puedas hacerlo, todas aquellas cosas que después sólo podrás revivir en tus recuerdos.
Por lo tanto, vive tan apasionada y coherentemente la vida como puedas, haz locuras, comete errores, juega con la vida, cómetela a bocados, lee miles de libros, ama apasionadamente, aprende todo lo que puedas, conoce gente y lugares, viaja tanto como puedas, trabaja, pero también ten momentos de ocio, vive cada momento como si no hubiera más.
"Más te vale que, ahora mismo, estés construyendo un presente que valga la pena recordar."
Recuerda que lo que hagas hoy se convertirá en recuerdos, ahí es donde permanecerá tu identidad. Y es que, lo que hayas sido, te perseguirá hasta la última etapa de tu vida. Tú decides qué tipo de recuerdos quieres tener mañana y cómo quieres que la gente te recuerde cuando ya no estés físicamente, todos esos recuerdos dependen de los momentos que construyas hoy.
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