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CLAUDIO PENSO.-

ZONA ABISAL

La zona abisal es un área en el mar de profundidades mayores a 2.000 metros, allí hay presiones equivalentes a 200 atmósferas, la temperatura es de -1°C y la oscuridad es total.

Los biólogos descubrieron que por debajo de los 2.500 metros existe una fauna muy abundante: cangrejos, mejillones, pulpos, calamares, peces y gusanos.

¿CÓMO SOBREVIVEN?

Desde que nacen, desarrollan sistemas que les permiten adaptarse a ese entorno y resistir la increíble presión.

La mayoría son pequeños, con cuerpos blandos y huesos flexibles, debido a la ausencia de calcio y de vitamina D.

Tienen un metabolismo muy pausado y por ello tienden a vivir más tiempo. Suelen ser bioluminiscentes, es decir que producen su propia luz para atraer a sus presas, pero también para identificarse con otros ejemplares de su especie o para escapar de algún peligro.

Todas las personas tienen una zona oscura. Un área o aspecto de su vida al que no se accede fácilmente. En ocasiones, la negación actúa como un salvoconducto. Lo que se niega, se anestesia, se posterga.

A veces es una experiencia, un recuerdo que se desea bloquear. Otras, un aspecto de la personalidad o el temperamento que se resiste a ser pulido.

La mayoría evita explorar su zona abisal.

¿CUÁL ES EL MOTIVO POR EL QUE ESTO SUCEDE?

Muchos hombres piensan que cuando se alejan de su área de control están amenazados y en peligro.

La sensación o situación de sentirse o estar vulnerables es resistida, porque quien está así se encuentra expuesto, no solamente a los otros sino a sí mismo. Y esto es algo que produce vértigo.

Es probable que si nos acercamos a nuestra zona abisal, encontremos sistemas desconocidos, presiones, oscuridad, riesgos.

También es cierto que confrontarse con la zona oscura da siempre una oportunidad: Emerger más fortalecido.

No obstante, al tomar la decisión de sumergirse en la propia zona abisal, es necesario desarrollar primero el valor, luego la capacidad de adaptación de los habitantes que viven en las profundidades. Pueden tolerar la presión del medio hostil y encontrar recursos en la oscuridad.

Esa flexibilidad es justamente el recurso para evitar el dolor.

Aquellos que se atreven, pueden identificarse fácilmente, son seres bioluminiscentes, tienen luz propia. Esa energía los hace diferentes.

Incluso al caminar, destellan un poco su confianza.

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