"Si mañana no regreso, búsquenme por todas partes, Tal vez me perdí en un museo de arte.
Si mañana no regreso, encuéntrame en el cielo. Me verás en las estrellas, en Saturno y tus anhelos.
Si mañana no regreso, cuida mucho a mis personas. Que no lloren demasiado, abrázalas si se desmoronan.
Si mañana no regreso, quémenlo todo por mí. Te prometo que luche, así siempre yo viví. No sé qué va a pasar, no sé si mi historia podré contar.
Pero si mañana no regreso, ayúdame a cambiar esta sociedad,
Que, por ser mujer, un día me llegó a matar".
El anterior es el poema de Andrina Sánchez "Si Mañana No Regreso". Inicialmente, lo escuché el 7 de marzo, pocas horas antes de que alrededor de 75 mil personas, en su mayoría mujeres, marcharan por Paseo de la Reforma y hasta el Zócalo, en la Ciudad de México, simultáneamente con millones de mujeres alrededor del mundo.
Independientemente del movimiento feminista y los constantes intentos por transformar el país, cada día desaparecen 26 mujeres y niñas, de los cuales solo 26% de los casos se investigan. Los casos de delito sexual al año circulan alrededor de los 60 mil, según la OCNF.
En un 2022, la mujer tan solo tiene el 76% de los derechos que tienen los hombres en el mundo. Pero esta realidad ya no sorprende, solo entristece.
Un mes ha pasado desde la marcha anual de las mujeres, y ¿Qué mejora se ha visto? ¿Qué se tiene que hacer para generar empatía?, ¿Qué tiene que pasar para que se desate un cambio?
Los grupos se han agotado de escuchar constantemente lo mismo. Del tema se ha hablado bastante, pero al parecer, no lo suficiente. Dicen que el que no fuma se aguanta el olor a cigarrillo, pero yo ya me cansé de ahogarme por el humo que sopla el de alado.
Alguna vez escuche a alguien afirmar que "los hombres ya no son caballeros porque ya no existen las damas", acusando a las mujeres de ser causantes de la actual situación de desventaja que se sufre en la sociedad. En el momento, el argumento me enojó bastante, pero me he dado cuenta que, hasta cierto punto, se habla con la verdad.
Ya no existen las "damas", es casi un hecho. Pero esto se debería de decir con orgullo. A lo largo de los años, menor se ha vuelto el grupo de mujeres que se caracterizan por ser delicadas e inválidas.
Cada vez se observan más mujeres en el campo de trabajo, además de ser madres o amas de casa. La libertad de decisión ya no es algo poco común. Autonomía y empoderamiento ya no son términos extraños para la mujer. Femeninas, sí; madres, sí; pero incapaces y calladas, no. Desgraciadamente, de un gran avance social nace la idea de "la desaparición de las damas".
Sin embargo, el resultado de "que los hombres ya no sean caballeros", no pinta una imagen tan bonita. Al contrario, lleva con ello micro y macro agresiones diarias a todas las mujeres. Habrá quien diga que parte es nuestra culpa, y entiendo hasta cierto punto el argumento. El hecho de que ahora una mujer esté más involucrada, demandando trato y oportunidades equitativas a las de un hombre, rompe el estereotipo de las muñequitas de cristal que necesitan cuidado constante. Mas esto no da pie ni derecho a la agresión y violencia.
Que ya no existan las damas hoy en día significa que la mujer tenga derecho al voto, decisión en cuanto al aborto, y oportunidad en puestos de trabajo importantes. Sin embargo, que ya no existan los caballeros es la causa directa de que por lo menos 10 mujeres sean asesinadas en un solo día, en México, según el INEGI. Además, que la percepción de inseguridad de las mujeres sea considerablemente más alta que la de los hombres, de acuerdo con UN Women.
"Hoy marcho porque estoy viva y no se hasta cuando" "No son cumplidos, es acoso" "Si mañana falto yo, préstame tu voz"
Deseo que a las mujeres mexicanas nos cuidaran como al Palacio Nacional un 8 de marzo. Que nos protejan como al Ángel, que dos veces lo vandalizaron y ahora rodea de vallas, policías y militares. Que se deje de esconder detrás de pretextos como la falta de damas y se tome acción.
Bastante se ha escuchado sobre la violencia de género, pero se repetirá hasta que el público se canse, hasta que las futuras generaciones aprendan, hasta que los promotores de la violencia cambien, hasta que los observadores actúen, hasta que la sociedad sane.
Y yo te pregunto a ti, lector: ¿A qué mujer en tu vida tendrán que matar para que te importe la violencia de género?
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