El año nuevo siempre es un motivo para reflexionar. Los rituales, el brindis, los festejos. Aunque también es una oportunidad para recordar, más allá de la nostalgia. Habrá quienes reciban a la familia y tengan un motivo extraordinario para cerrar con una gran sonrisa la navidad.
Pero en una sociedad llena de desigualdades es necesario pensar en quienes este año siguen viviendo marginados, con carencias, perdieron a un ser querido o vivieron una separación y su brindis estará rodeado por el implacable silencio de la soledad.
Este año regresaron los abrazos, el temible Covid-19 dio un respiro y le cedió el paso a otra pandemia más letal, la guerra. Desfilaron los escándalos y en medio del derroche de los mismos políticos que presumen a grito entero su riqueza, vimos mujeres y hombres que pese a toda adversidad siguieron sosteniendo a nuestra sociedad desde el anonimato de un trabajo, un deporte o las ganas de construir un mejor país.
No están equivocados quienes brindan por la reconciliación y la esperanza. Cómo podrían estar mal si en un país tan polarizado nos han enseñado a olvidar que quienes piensan diferente son a la vez nuestros vecinos, amigos o familiares. Habría brindar con esas personas que se sientan a la izquierda, la derecha o el centro de la mesa. Olvidar el color de su camisa y pensar que al igual que nosotros son personas y su error, en la mayoría de las ocasiones, es tomarse en serio los discursos incendiarios que nuestros limitados dirigentes atizan un día sí y otro también.
Hay que apelar para que dentro de los doce deseos de las uvas haya por lo menos uno en colectivo. Por la felicidad, la salud, el bienestar o la prosperidad de nuestra sociedad, no solo el mío. Desplazar por un instante el egoísta "yo" por un sensible "todos". Los rituales son culturalmente hermosos, pero si se hicieran pensando en los que no tienen, hablaría mejor de nosotros como sociedad, un año más que se deshoja en la frialdad del calendario.
Diciembre es como una puesta en escena que dura un mes y de la que a veces no aprendemos. Ojalá llegue enero, y al menos en Coahuila, no borremos la armonía y los buenos propósitos de la navidad con la débil excusa del proceso electoral y hagamos de las descalificaciones y la guerra sucia un lenguaje cotidiano que nos distraiga de los verdaderos problemas sociales que no nos dejan avanzar. La política en manos de los políticos no es más que una farsa que intentan disfrazar de comedia.
Este año fue grandioso por las lecturas, las películas, los podcats, y todas esas conferencias que incluso a la distancia pudimos disfrutar. También por los amigos con los que compartimos eso que ya nadie parece tener, tiempo. Año nuevo es una excusa para detener un instante el tiempo y pensar en lo que vendrá, ojalá sean más abrazos para los seres que amamos, más empatía con los que pasan un mal momento, menos odio para quienes piensan diferente y más conciencia a la hora de saber que somos parte de una comunidad.
Pueda ser que quienes alisten las maletas para dar la vuelta a la manzana a las doce de la noche, antes que pensar en viajar al otro lado del mundo, comprendan que la ciudad en nuestra ciudad más allá de esas calles que a diario transitamos nos limitan para entender que incluso en este lugar donde habitamos hay paisajes atractivos, imponentes, olvidados o tristes, que merecen nuestra atención, nuestro respeto, el compromiso de entender que somos parte de ellos.Tengo que agradecer a quienes todos los jueves se toman un instante para leer estás líneas y mandarme algún comentario. A veces me tardo en contestar correos y mensajes, pero procuro hacerlo como ejercicio de retroalimentación. Pensando en que sus palabras muchas veces me señalan los caminos que hay que transitar. Agradezco a quienes entienden este ejercicio, que en ocasiones es crítico, por lo propio del oficio, pero así es el periodismo.
Antes de que la melancolía toque a la puerta, me despido deseándole a todos los lectores que este 2023 sea un año de paz. Envió mis mejores deseos de año nuevo, sobre todo salud y amor. Que la virtud de la paciencia nos permita seguir cuestionando el ejercicio del poder desde el rigor del periodismo que debería tener todo el que tiene la oportunidad de ejercer nuestro oficio. Un homenaje a quienes este año nos dejaron y como dice Fernando Vallejo hoy disfrutan de la paz de la nada.
Feliz 2023.
@uyohan