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Todos podemos contribuir con un verso

Cuando conocí a Ida Vitale

(ALEJANDRA MORALES)

(ALEJANDRA MORALES)

DANIELA CERVANTES.-

En cuanto me enteré que Ida Vitale estaría en la Feria del Libro en Monterrey comencé con todas las gestiones para lograr entrevistarla para la revista Siglo Nuevo (publicación que actualmente edito). La poeta uruguaya es una de mis autoras favoritas por muchas razones, una de ellas es que en su poesía descubrí que otro mundo era posible, y que todo está cargado de una esencia. No es fácil verle el alma a las cosas, pero Vitale me promovió a intentarlo.

Fue parte de la nombrada Generación del 45 a la que pertenecieron, entre otros, Idea Vilariño y Mario Benedetti. La uruguaya es una leyenda literaria viva.

Al ver su nombre en el programa de esta fiesta literaria del norte de México me sorprendí porque la autora, en ese momento, contaba con 98 años; una edad en que la que a veces la voluntad ya no es suficiente y en la que el cuerpo demanda. Pero también creía (y creo) que Ida no es un ser de este planeta, y por nada del mundo me perdería la lectura estelar de poesía que ofrecería en Cintermex.

Entrevistar a un personaje como Ida me emocionaba e inquietaba, (pensaba en que) podía hacerle muchas preguntas, pero tenía que enfocarme en lo más esencial. Pedí consejos a un profesor y a un grupo de WhatsApp por el cual nos compartimos poesía. Tomé apuntes.

Arribé a Monterrey para la ceremonia de apertura, pero hasta al día siguiente tendría la oportunidad de charlar con la autora. Cuando, entre la multitud, logré ubicarla, me limité a observarla. Y entre varias acciones la descubrí humana. No había halo de ostentosidad alguna. Sabía que Ida Vitale podía ser muchas cosas, pero, como ella misma escribe en un poema, era sobre todo un ser humano, y mujer, ni mas ni menos.

Se pudiera pensar que la intelectualidad vuelve inalcanzables a los poetas, pero, a primera vista, supe que Ida estaba lejos de la parafernalia de los egos. Mezclada con los transeúntes literarios, la autora mostró humildad y la curiosidad que resulta la semilla de sus versos.

Cuando por fin la tuve de frente vi que Ida Vitale tiene los ojos de niña. Le hice las preguntas pertinentes, pero antes, con sólo admirarla, yo ya había accedido a su esencia. Entendí porque Ida Vitale es Ida Vitale y el poder esencial de toda su obra poética.

La oportuna entrevista está disponible aquí, pero lo elemental de ese momento lo tatué a fuego en mi memoria.

Ida escribe poesía porque necesita hacerlo. Yo la leo a ella, y a otros, porque quiero entender el mundo que me rodea. Descubrirme a través de los versos de otros es lo que le ha dado un respaldo poético a todo lo que me pasa por dentro.

Conocer a Ida Vitale sólo me reafirmó que quiero seguir en esto, que la poesía es tan necesaria como el aire, como el agua. Y que apremiantes también son los poetas que comparten su visión del mundo en forma de verso.

Sin duda la señora Vitale es una poeta generosa. Lleva más de 80 años realizando contribuciones poéticas. A sus 99 años de edad me dice que continua escribiendo en su natal Montevideo, no tiene prisa, escribe lento, a sabiendas que, siempre, le quedará un poema pendiente. Gracias Ida, por la charla, por tu poesía, por tu calidad humana, pero sobre todo por reafirmarme la loca idea de que mientras nuestro corazón esté latiendo, a la vida, todos, le podemos contribuir con un verso.

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