
(ALEJANDRA MORALES)
Hay trámites y gestiones que evito porque no me resultan actos poéticos. Los temas con el SAT, por ejemplo, los aborrezco. Nuestra relación hace que me sienta más como una máquina paga impuestos, que como una persona con alma.
Pronto estuve de caer en ese espejismo mundano: de valorarme más como un ente quejumbroso que se la pasa acumulando años, y que trabaja y trabaja porque debe mantener su economía estable. Me puse un alto. Le añadí poesía al acto de ser adulto, y lo detestable lo volví poetizable.
Total, la poesía dónde quiera cabe. Por eso escribí para el Servicio de Administración Tributaria: “Conquista parte de mi reino pero aleja la frialdad de tu trato burocrático/ de este corazón que sueña en hacer, más bien contribuciones poéticas./ Toma lo tuyo, pero deja a mi alma intacta./ SAT, te lo advierto, no dejaré que me restes paz, solo resta números a mi cuenta./ En mi mundo poético no puedes exigirme impuestos,/ o dime: ¿cuánto osarás en despojarme por sólo escribir versos?”.
No sé, quizá, solo juego. Pero intentar poesía ante el abatimiento de estar creciendomemantiene viva por dentro. Se puede versar la vida.
Porque como titulé esta entrega: todo es poetizable.
La poeta polaca Wislawa Szymborska, por ejemplo, dedicó un poema a una hora específica del día. En Las cuatro de la madrugada, la autora propone: “Hora acicalada para el canto del gallo./ Hora en que la tierra niega nuestros nombres./ Hora en que el viento sopla desde los astros extintos./ Hora y-si-trasde-nosotros-no-quedara-nada”.
En otro tenor, Mario Benedetti poetizó la relación, que él imaginó, tienen los árboles. En De árbol a árbol, el poeta uruguayo se cuestiona “Los árboles/ ¿serán acaso solidarios?” Y prosigue: “¿le avisará la encina de westfalia/ al flaco alerce de tirol/ que administre mejor su trementina?”.
Con todo lo anterior, a lo que voy, es que en la poesía no hay límites. Un borrador, un cuchillo, o una flor, pueden ser blancos de inspiración.
Amí, las palomasme inspiraron hace dos años. En tiempos de pandemia descubrí a estas aves muy solas en la Plaza de Lerdo. Se lo expreso mejor en verso: “¿Quién les explica a las palomas la falta de hombros/ y las bancas clausuradas, incluso, el destierro de unas cuantas?/ ¿Quién se los suelta de pronto? Por ahora, no a los enamorados./ Por el momento, una pausa a las manos alimentadoras./ Díganles del recorte de paseantes. Cuénteles, despacito, lo que sucede./ Ellas no leen los diarios. Esas criaturas están muy solas,/ sobre las ramas se duermen, están quietas como pequeñasestatuas de barro./ Confundidas, ellas no saben nada, respiran el aire contaminado sinmiedo./ Aguardan, no saben qué, pero aguardan, y se callan. ¡Es urgente!/ Que alguien les explique y les regale esperanza”.
Lo anterior es evidencia: nada escapa de la mirada de los poetas. Sí, ¡Yo soy poeta! Cuento con la facultad de procurarme bienestar a través del verso.
Y observar en, casi todo, un acto poético. Y no, no estudié letras, más bien me dejo estudiar por ellas.
¡Vamos querido lector!, todos podemos ser poetas. Lo invito a divertirse con las letras. Abandone el pudor usando la métrica. No deje que nadie cuestione el origen de sus versos, si a usted lo vuelven contento y lo hacen sentirse más humano, no ha fallado en el intento. Le informo: es usted poeta. Lo aliento: todo, absolutamente todo, puede ser su fuente de inspiración. Y así como al SAT le contribuimos con impuestos, a la vida, se lo reitero: le podemos contribuir con un verso.