Miguel Hidalgo nació en la Hacienda de San Diego Corralejo, Pénjamo (actualmente Guanajuato), el 8 de mayo de 1753;? En junio de 1765 con a su hermano José Joaquín partió a estudiar al Colegio de San Nicolás Obispo, en Valladolid, hoy Morelia, Michoacán. El colegio, fundado en 1547 por Antonio de Mendoza y Pacheco, primer virrey de la Nueva España, entregó la universidad a la Compañía de Jesús, en la que había cátedras de Latín, Derecho y estudios sacerdotales. Fue en esta casa donde los hermanos Hidalgo estudiaron, pero el 25 de 1767 los jesuitas fueron expulsados de los territorios del Imperio español por órdenes del rey de España Carlos III, El colegio permaneció cerrado unos meses y en diciembre se reanudaron las clases.
En esa institución, Hidalgo estudió Letras Latinas, leyó a autores clásicos como Cicerón y Ovidio, a San Jerónimo y a Virgilio. A los 17 años de edad ya era maestro en filosofía y teología. Se ganó el apodo de "El Zorro" por la astucia que mostraba en juegos intelectuales. Aprendió francés y leyó a Molière, autor a quien años más tarde representaría en las jornadas teatrales que él mismo organizaba siendo párroco de Dolores.
Gracias al contacto que tuvo con los trabajadores de su hacienda en la infancia, la mayoría de ellos indígenas, Hidalgo aprendió muchas de las lenguas habladas en Nueva España, principalmente otomí, náhuatl y purépecha, ya que la zona de Pénjamo era una de las regiones con mayor diversidad de grupos indígenas y de contacto entre el mundo nativo y el español. Todos estos conocimientos permitieron a Miguel Hidalgo impartir clases de latín y filosofía a la vez que seguía sus estudios. Una vez que los culminó, trabajó desde 1782 a 1792, como tesorero, como maestro y desde 1788, como rector.?
Miguel Hidalgo y Costilla Gallaga nació el 8 de mayo de 1753 en la hacienda de San Diego de Corralejo, Pénjamo, Guanajuato. Con ese nombre lo conocemos y reconocemos como insurgente, pero bautizado con muchos otros, cualquier curioso puede conocerlo si lo busca. Entregó el final de su vida a la causa de la Independencia nacional.
El 30 de julio de 1811 Miguel Hidalgo fue fusilado en Chihuahua. Después de las derrotas insurgentes en Aculco y Guanajuato. Para ese cura de Dolores y su tropa llegó el desastre de la batalla del Puente de Calderón, cerca de Guadalajara, Jalisco, el 17 de enero de 1811.
Este triunfo realista, más la deserción de muchos combatientes, fue causa de la decisión de los caudillos de marchar hacia el norte para buscar ayuda en Estados Unidos y nunca pudieron llegar: perseguidos, acosados. por las tropas realistas de Félix María Callejas, los jefes insurgentes Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Jiménez y Mariano Abasolo y fueron hechos prisioneros en las Norias de Baján, Coahuila, por el coronel Ignacio Elizondo. Los ilustres prisioneros fueron conducidos hasta Monclova y, después, a Chihuahua. Ahí, se les formo´ "Causa de Infidencia". Fueron fusilados por la espalda, como traidores, Allende, Aldama y Jiménez, el 26 de junio de 1811.
A Hidalgo se le sentenció a morir el 26 de julio, pero la ejecución fue aplazada porque primero se le tuvo que despojar de su carácter sacerdotal. El denigrante proceso comenzó el 29 de julio a las 6 de la mañana en el corredor del Hospital Real de Chihuahua. Los encargados DE FUSILARLO fueron: el comisionado Francisco Fernández Valentín; el cura de Chihuahua, José Mateo Sánchez Álvarez; fray Juan Francisco García, guardián del convento de San Francisco; fray José Tarrasa; los jueces civiles Manuel Salcedo y Ángel Avella, y fray José María Rojas, notario del acto.
Para la nefasta ceremonia se puso un altar con un crucifijo en medio de dos cirios encendidos, y se permitió a los lugareños acudir a presenciar el acto. El patio se llenó. Ante esa concurrencia, Hidalgo fue sacado de la celda y llevado al corredor. Ahí le quitaron los grilletes y lo vistieron con el alzacuello, sotana y ornamentos como si fuese a dar misa. Luego, se le obligó a ponerse de rodillas. El comisionado, en compañía del juez informó a los asistentes la causa de la degradación. Después, con un cuchillo raspó las manos y las yemas de los dedos del prócer en señal de despojo de los derechos a tomar la ostia para consagrar, con la usual crueldad "religiosa". Procedió entonces a cortarle el pelo. E
Hidalgo fue entregado al juez civil, quien le leyó la sentencia de muerte y lo hizo arrodillarse de nuevo, notificándole que al día siguiente sería pasado por las armas. Le fueron colocados los grilletes y lo condujeron a su celda.
La sentencia se cumpliría ante el paredón de fusilamiento donde había un banquillo. Miguel Hidalgo y Costilla lo besó y sereno, valiente, se sentó frente al pelotón. Por un breve momento discutió con uno de los generales, Miguel Salcedo que tenía la orden de ejecutarlo por la espalda como a un traidor, pero no se lo iba a permitir. No era un traidor. Ante la digna defensa del condenado, el militar aceptó dispararle de frente. No hubo testigos, salvo los ejecutores, que le quitaron la vida en privado a las 7 de la mañana.
Después empezó la ignominia de exhibir el cuerpo como castigo ejemplar y de denigrarlo aún fallecido. Lo decapitaron "los hombres santos" y lo desmembraron. La cabeza fue a Dolores. pero luego fue expuesta nada menos que durante 10 años en Guanajuato en la Alhóndiga de Granaditas.
La lección implícita, de nada sirvió. Miguel Hidalgo había encendido una mecha libertaria, y ésta ya había sido retomada por otro cura consciente, rebelde y valiente: José María Morelos y Pavón.
PD: De mi libro “Recuperando la Historia”.