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¿Se acaba el agua en La Laguna?

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

El mes pasado fui invitado a una entrevista con una personalidad de la iglesia católica, donde se platicaría con él sobre el tema del agua. La primera pregunta que hizo fue ¿Es cierto que se está acabando el agua en la Comarca Lagunera? Mi respuesta fue que se está acabando el agua del Acuífero Principal, la cual representa alrededor de la cuarta parte del agua disponible que usamos los laguneros, no el agua en la región.

Esa misma pregunta ya es propia de miles de laguneros que están viviendo la agudización de la crisis de agua expresada en el desabasto que sufren y afecta su vida doméstica, muchos de ellos obligados a protestar por esa carencia, la cual, inevitablemente, se agrava en los núcleos de población vulnerables que la enfrentan asociada a otras carencias que los ubican en los segmentos sociales de pobreza y extrema pobreza.

Subsanar esta carencia, que ojalá no se normalice como parece ocurrir con el abasto de pipas y la perforación de nuevos pozos (que finalmente tendrán un período de vida más corto que en otros tiempos porque el abatimiento del acuífero está ocurriendo aceleradamente), requiere acciones de mayor alcance que las realizadas por los gobiernos locales y cuyo impacto no se limite a administrar la crisis de agua, ya que están limitados para resolverla. Corresponde a los gobiernos locales compartir con los ciudadanos afectados (en general nos implica a todos porque todos somos usuarios de agua) conjuntar esfuerzos para resolver el problema de fondo: la sobreexplotación de los acuíferos.

El agua en La Laguna no se está acabando, pero si el agua del Acuífero Principal. En una columna anterior publicada en este diario mencionamos que los laguneros teníamos acceso, en promedio anual, a alrededor de dos mil hectómetros cúbicos (dos mil millones de metros cúbicos o dos billones de litros de agua), volumen que, sin embargo, nos disponemos en su totalidad en bloque, sino fragmentada desde las diferentes fuentes de donde proviene y, por consecuencia, no se puede aprovechar como tal. Un mundo de agua que para satisfacer la demanda presente y futura de la economía y la población requiere un manejo sostenible de las fuentes más importantes, Acuífero Principal y la presa El Palmito.

Pero entonces ¿porque se padece escasez? Por la forma en que socialmente se ha determinado como se debe usar esa agua, priorizando el uso comercial sobre el doméstico, a lo cual agreguemos las ineficiencias que tenemos al manejarla, descuidamos las infraestructuras y equipamientos, no las modernizamos.

Los responsables gubernamentales dirán que mejorar el sistema de gestión del agua no es fácil, que cuesta mucho y no hay dinero suficiente, pero en el fondo lo que debemos reconocer es que no hay una política de Estado en materia hídrica que enfrente esta problemática y planifique una respuesta a la misma con criterios que prioricen el Derecho Humano al Agua sobre los usos comerciales, que se unifiquen esos criterios y se proyecten las soluciones a largo plazo.

Los grandes usuarios privados dirán que el agua es de ellos porque ya la tienen, privatizada en los hechos, negando que es un bien público, que no están violando la ley al acapararla, traficar con ella y usarla para producir riqueza, y que no pueden dejar de usarla como lo están haciendo porque se afectaría la economía, aun cuando parte de esa agua se extraiga y use ilegalmente, que el gobierno busque otras soluciones como extraer agua de otras fuentes y potabilizarla, en fin, que no es culpa de ellos.

Debemos reconocer que en materia hídrica, como ocurre en gran parte de la agenda ambiental, nos hemos visto obligados a ser reactivos y no preventivos, actuamos cuando ya tenemos el conflicto enfrente, cuando la crisis se agudiza a pesar de que sabíamos que esto iba a ocurrir, lo cual tiene que ver con la atención secundaria que le damos a estos temas y la mejor prueba de ello son los presupuestos marginales que se le asignan para enfrentarlos o en la definición de prioridades, como si los desequilibrios ecológicos que provocamos las personas se corregirán por obra de la divina providencia.

Si hay agua suficiente en La Laguna, diríamos abundante, si consideramos que vivimos en el desierto o si nos comparamos con otras regiones y metrópolis también ubicadas en estas zonas áridas, pero el agua disponible la hemos, histórica y actualmente, gestionado mal, sin una política de Estado de largo plazo con otros criterios distintos a los que hasta hoy nos hemos basado. No hay de otra, este asunto requiere atención prioritaria, no hay mucho tiempo, debemos actuar, porque de corregir este desorden e ineficiencia en que manejamos el agua los laguneros depende el futuro de esta y las siguientes generaciones, de la región misma que baso su origen y prosperidad en la disponibilidad privilegiada que ha tenido de agua y que, lamentablemente, se ha manejado con distorsión económica.

La economía y la vida de la población de esta región tiene que replantearse ese cambio sin el cual no hay futuro promisorio para los laguneros. En todos nosotros, los ciudadanos, está contribuir a resolver esto para recuperar nuestros acuíferos y ríos, realizar una gestión sostenible del agua en esta región. No nos queda más que participar para que esto mejore.

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