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Ruth Caudeli muestra un testimonio poliamoroso en Petit Mal, su reciente película

A la cineasta le llama la atención cómo los seres humanos se relacionan en pareja

Ruth Caudeli muestra un testimonio poliamoroso en Petit Mal, su reciente película

Ruth Caudeli muestra un testimonio poliamoroso en Petit Mal, su reciente película

SAÚL RODRÍGUEZ

Ruth Caudeli nació en Valencia, España. Cursó sus estudios de dirección cinematográfica en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña y la Universidad Pompeu Fabra. En el año 2010, registró su primera incursión en pantalla con el cortometraje titulado Tarde y un año después vería la luz Dos maneras de morir.

A mediados de la década pasada, Caudeli tomó un vuelo y se mudó a Colombia. Allí siguió enfocando la lente en temas de su interés. A la cineasta le llama la atención cómo los seres humanos se relacionan en pareja y la manera en que cambian cuando están con otra u otras personas. Pero Caudeli va más allá del estándar tradicional y busca reafirmar que existe todo un mosaico de relaciones interpersonales. Por tal motivo, un acento en sus fotogramas es la conexión sentimental entre las mujeres.

Su filmografía se complementa con su ópera prima, el largometraje ¿Cómo te llamas? (2018), Segunda estrella a la derecha (2020) y Leading ladies (2021). Su reciente entrega es Petit mal (2022), película donde debuta como actriz y que recién presentó en México, durante la última edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), encuentro en el que compitió por el Premio Maguey y al que acudió acompañada de las actrices Silvia Varón y Ana María Otálora.

Testimonio en poliamor

En una obra que mezcla la ficción con la realidad, Petit mal muestra la relación poliamorosa que sostienen tres mujeres jóvenes: Martina (Silvia Varón), Laia (Ruth Claudeli) y Anto (Ana María Otálora). Con sumo cuidado estético, la lente del cinefotógrafo Andrés Botero encuadra en primera instancia los momentos felices y divertidos de la llamada “trieja”. No obstante, la partida de una de las mujeres a Europa hará que la relación comience a tener altibajos, momentos difíciles que solo el diálogo abierto y sincero entre las involucradas podrá resanar. Esta relación poliamorosa está basada en la propia relación que viven la cineasta y las dos actrices fuera del set.

“Como directora y como parte de la productora que tenemos, llamada Casa Ovella Blava Films, la experimentación en el cine siempre ha sido un denominador común en diferentes formas. Creo que este es un paso más en ese tipo de experimentación. ¿Por qué una historia tan personal? Pues porque es la realidad en la que vivo, en la que vivimos y, por lo tanto, es el cine que podemos hacer y nos sentimos preparadas para contar. Creo que no puedes hablar sobre lo que realmente no conoces y, en este caso, sentimos que era necesario contar esta historia porque era necesario crear referentes alrededor del poliamor, porque no existen a nivel cinematográfico o son muy escasos. Decidimos contar esta historia, porque nos hubiera gustado ver una historia similar cuando entramos dentro de una relación poliamorosa, para no sentirnos tan solas o en un limbo, donde no encontramos ningún tipo de referente, no solamente en el cine, sino en todas las artes”, respondió Caudeli.

El título del largometraje refiere a un padecimiento de crisis de ausencia, un tipo de convulsión generalizada donde la persona afectada no se da cuenta de lo que pasa a su alrededor. La temática se relaciona con las acciones de las personajes dentro de la película, pues al faltar un integrante de la relación, las dos restantes se muestran extraviadas, porque la relación necesita de tres personas, no de dos. Esta cinta se estrenó en el Tribeca Film Festival de Nueva York.

“Me parece muy interesante ese cuestionamiento. Creo que el cine, más que respuestas, debería generar preguntas y creo que es interesante abordarlo desde una perspectiva más de cuestionamientos. Para nosotras, una relación de tres es nuestra cotidianidad y muchas veces damos por hecho mucho de lo que hacemos, de lo que decimos, de cómo nos comportamos y nos hemos dado cuenta, con la gente que tenemos a nuestro alrededor, que no es tan común como nos parece. Y por eso, este cambio, que sería muy común para el resto de personas, porque lo más común es relacionarse en pareja o entre dos personas, pues acaba haciéndolo extraordinario para nuestra relación: volverse dos es lo extraño, cuando tres es lo común. Por eso me parece interesante generar esa duda de qué va a pasar, ¿va a haber problemas?, ¿no va a haber problemas?, ¿va a salir bien? Porque es una cotidianidad que se nos altera”, añade la cineasta.

Ante la partida de Laia a España, los fotogramas, que ostentaban colores brillantes y vivos, se trasladan a escala de grises para representar la ausencia. Marina y Anto se quedan solas en la casa, sin guía ni manual para sobrellevar el vacío. Solamente la interacción y el diálogo les mostrará el camino a seguir en lo que aguardan por el regreso de Laia. “Considero a la película como una especie de eco, de un momento que vivimos, de algo que nos quedó sonando, que seguía repitiéndose en nuestro ser e intentamos recrear un momento”.

Reflexiones

Sobre el manejo de temas similares en el mundo cinematográfico, la actriz Silvia Varón cita a Greta Gerwig al momento de definir el cine como una poesía de la vida real. Se toman elementos de la vida real y se trasladan al plano audiovisual con un sentido poético. En el tema del poliamor entre mujeres, lamenta que en su mayoría solamente ha podido ver obras confeccionadas desde una mirada masculina y heterosexual, con tintes morbosos, donde el conflicto suele radicar en la presencia de una tercera persona y lo complicado que el autor supone sería balancear este tipo de relaciones.

“Al final siempre esas películas terminan mal. Siendo una persona que estos momentos vive en una relación poliamorosa, para mí son muy ofensivas, porque se habla desde un desconocimiento o incluso desde una fantasía. Terminan siendo muy sexualizadas como Vicky Cristina Barcelona (2008) o The dreamers (2003). Son miradas donde el director tiene una mirada muy externa, entonces, uno como persona, que en este momento me llaman poliamorosa, es muy difícil tener esos referentes en tu cabeza y llegar a esas expectativas porque eso es falso. ¿Qué pasa cuando la relación se vuelve seria, cuando se vuelve cotidiana? Es como “tiene que terminar, tiene que estar pasando drama” y al final no es necesario. Por eso me parece importante que nosotras contemos nuestras propias historias, y más la comunidad LGBT+”.

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