Cultura

Canto cardenche

Rescatan la tradición cardenche en el ejido La Flor de Jimulco

Don Refugio Agüero mantiene la esperanza de que el canto sobreviva en la comunidad

(SAÚL RODRÍGUEZ)

(SAÚL RODRÍGUEZ)

SAÚL RODRÍGUEZ

La zona de la Sierra de Jimulco, perteneciente al municipio de Torreón, está ubicada a casi 80 kilómetros al sur de la cabecera municipal. Su paisaje limítrofe con el estado de Durango arroja montañas de fulgor azul verdusco, llanos poblados de cactáceas y plantas endémicas, un río Aguanaval que ha herido a la tierra con su líquido (ausente en esta época del año) y las vías del ferrocarril como testigo de un progreso que ahora sólo es recuerdo del Porfiriato.

A pesar de su importancia histórica, esta parte de La Laguna coahuilense sólo cuenta con dos recintos municipales en materia de cultura: la biblioteca Jesús Flores Martínez en el ejido Juan Eugenio y la biblioteca Arturo Orona Gámez en el ejido La Flor. Esta última se encuentra en lo que anteriormente fuera la primera casa grande de la Hacienda de Jimulco, inmueble que alcanzó su esplendor durante la administración de don Amador Cárdenas, a finales del siglo XIX. Ante la bonanza, en 1899 se construyó un edifico para albergar a la nueva casa grande unos metros más al norte (se dice que Porfirio Díaz dormitó en este lugar en una de sus travesías).

La biblioteca Arturo Orona fue la sede donde un equipo de maestros, coordinados por la doctora Lucila Navarrete, ofreció talleres artísticos gratuitos a la comunidad cada miércoles durante cinco semanas. Este proyecto formó parte del programa de cursos de verano del Instituto Municipal de Cultura y Educación (IMCE) y su eje central consistió en el rescate del canto cardenche y otros factores de índole identitaria.

Cierre

El miércoles 10 de agosto fue la fecha programada para culminar los talleres artísticos en el ejido La Flor. Estos comenzaron desde el 13 de julio y se dividieron en dos cursos: uno titulado A soplar el viento (dirigido a niños) y otro titulado A la sombra del Centinela (dirigido a adultos). Desde las 09:00 horas los alumnos de ambos cursos comenzaron a llegar para ultimar los preparativos de la ceremonia de clausura, la cual estaba pactada a realizarse en punto de las 11:30 horas.

Según los datos compartidos por la coordinadora, los cursos atendieron a 46 niños y a 12 adultos. Además del ejido La Flor, acudieron habitantes de los ejidos Jimulco y Jalisco. La oferta incluyó los talleres de literatura con Raúl Esparza, teatro con Mace Medina, artes plásticas con Luis Sergio Rangel, así como música y canto cardenche con Juan Pablo Sánchez y el cardenchero don Refugio Agüero, uno de los dos últimos cantores que quedan en el pueblo.

“Esto forma parte de un proyecto que el año pasado pude gestionar y coordinar con otro equipo de trabajo para rehabilitar el canto cardenche. Estuvieron Cuti y Paco Martínez, veníamos los sábados, dábamos el taller de canto cardenche y ya. Notamos que había que seguir trabajando en la cuestión de generar experiencias donde la comunidad se sintiera parte dé y no lo vieran como un patrimonio al que a fuerzas hay que conocer. Una pieza importante es Cuquín, don Refugio Agüero, quien es el más entusiasmado en transmitir ese legado”, comentó Navarrete.

Antes de la ceremonia, adultos de la comunidad realizaron un mural en el patio de la biblioteca. A través de la técnica “stencil” y con la guía de Luis Sergio Rangel, pudieron crear un paisaje donde plasmaron con aerosol flora endémica como nopales, sotoles, biznagas, cardenches, fauna como tortugas y orografía como el cerro de Sombreretillo y el cerro del Centinela. Además, se tomaron las siluetas de una mujer y un hombre habitantes del ejido y se escribieron las tres primeras estrofas de la canción cardenche titulada Los horizontes.

Fue a las 11:30 horas cuando comenzó la ceremonia de clausura. El primer turno fue para el teatro, donde los alumnos montaron obras relacionadas con la historia de La Flor y el Cañón de Jimulco. Enseguida, se dio lugar a la lectura de textos breves, para después concluir con el acto estelar, donde el grupo de infantes entonó los versos acardenchados de Los horizontes, en un acto que fue trabajado en conjunto por todos los talleres.

Sobre esto, Raúl Esparza, tallerista de literatura, indicó que los versos de la canción Los horizontes le resultaron un misterio, pues algunos no son fáciles de entender y el taller trató de sumergirse en sus posibles significados.

“Lo que se puede decir es que a los niños les gustan estas letras, estas canciones. Hemos intentado, y creo que se han logrado cosas al respecto, de que la canción para ellos deje de ser algo como una simple tradición que se tenga que conservar sólo por serlo (porque para los niños y niñas eso no tiene mucho significado), sino que encuentran las imágenes que la letra les ofrece y estas les resultan divertidas, interesantes, entretenidas”, explicó Esparza.

Voz de la comunidad

María Gregoria Aguilera Montejano, originaria del ejido La Flor, participó en la obra de teatro que abordaba la historia de su comunidad. Mencionó que el curso le permitió dejar la rutina doméstica y divertirse desde el ejercicio artístico. A sus 50 años de edad, aseguró haberse sentido de nuevo niña y revivir sus andanzas en talleres de teatro y danza folclórica.

Por su parte, el caredenchero don Refugio Agüero, dijo mantener la esperanza de que este canto sobreviva en la comunidad, ya que al mostrarlo hacia los niños, se puede generar un nicho más fértil en el que este legado florezca a futuro.

“No es necesario que se pierda, hay que seguirle con la frente y seguir insistiendo a que no se pierda esto. Ya ves que con los niños es con los que puede uno llevar, porque con los jóvenes grandes ya no, eso es lo bueno”, finalizó el cardenchero.

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