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¿Quién se ocupa del ruido en Torreón?

YOHAN URIBE JIMÉNEZ

En las noches cuando el estridente ruido de diferentes géneros musicales que chocan entre sí como compitiendo para demostrar cuál es más malo, interrumpe el sueño, recuerdo la frase de Schopenhauer: "el ruido es la más impertinente de todas las formas de interrupción. No es solo una interrupción, sino una alteración del pensamiento". Y de inmediato me pregunto ¿quién se ocupa del ruido en una administración municipal, y por qué no hace lo mínimo, lo que le toca, aplicar la ley?

Desde hace décadas la contaminación auditiva, al igual que la visual, ha sido una asignatura pendiente para la autoridad inmediata de cualquier ciudad, el ayuntamiento. En Torreón poco se ha puesto sobre la mesa el tema. Algún regidor inquieto en la administración de Jorge Zermeño lo planteo, se propuso una especie de brigada anti-ruido que con mucho entusiasmo intentó controlar los decibeles de las enormes bocinas que los comerciantes del primer cuadro de la ciudad sacan a discreción para llamar la atención de los clientes, pero el impulso les duró muy poco.

En materia de contaminación visual lograron pintar de un solo color enormes bardas como la del Bulevar Constitución y la Deportiva, para eliminar esas horribles plastas de anuncios que hacen ver la ciudad decadente. Pero como siempre, los intereses de unos cuantos estuvieron por encima del interés de la ciudad y ese proyecto también quedó en pausa. Y el intento por regularizar el negocio de los espectaculares en la ciudad se convirtió en una excusa recaudatoria que se prestó para más actos de corrupción, por cobro de permisos, ubicación etcétera.

Sin embargo, uno de los ruidos que más contamina en la ciudad es el producido por bares y antros, cuyos permisos son otorgados incluso cuando se ubican en distritos que se supone no tienen una vocación comercial de ese giro. La falta de autoridad permitió y sigue permitiendo en esta administración que decenas de bares y cantinas funcionen tal los domingos bajo la excusa de tener licencia como restaurante bar, aunque en su cocina no se preparen más que cacahuates y palomitas de maíz.

Según la ley municipal, sería la Dirección de Medio Ambiente y la de Inspección y Verificación, las que se deberían encargar de los operativos para controlar que antros, bares y cantinas cumplan con la Norma Oficial Mexicana respecto a ruido NOM 081, de Semarnat; que indica que de 9:00 de la mañana a 9:00 de la noche los límites permitidos son hasta 68 decibeles, y de esa hora a las 3:00 de la mañana el máximo son 65 decibeles.

Sin embargo, basta con pararse en las horas de la tarde y la noche de un fin de semana en el Hospital del ISSSTE ubicado en la calle Donato Guerra entre Allende y Abasolo, para darse cuenta de que somos una ciudad sin ley. Esta semana en la desangelada Muestra Nacional de Teatro que con mucho entusiasmo de la Secretaría de Cultura de la Federación y poco trabajo de la secretaria de Cultura de Coahuila, se realiza en nuestra ciudad, quienes asistieron al teatro Isauro Martínez el pasado sábado a las 7:00 de la noche, tuvieron que ver una gran puesta en escena con la incomodidad de la música de los antros de alrededor.

Lejos de ver operativos de control de ruido, no por estar en contra de esos giros comerciales, sino únicamente con el fin de que se cumpla la ley, lo que parece existir es una protección incluso de la policía municipal, que los fines de semana tienen una patrulla que se estaciona en la esquina de Escobedo y Donato Guerra casi como vigilancia exclusiva de la cantina y los dos antros que hay se ubican, y a quienes no parece haber autoridad que les exija que cierren a la hora que deben, controlen el ruido, la basura que generar y eviten las constantes peleas entre sus clientes.

Lo mismo pasa en uno y otro sector de la ciudad donde los restaurantes parecen estirar su licencia no hasta donde la ley les permita, sino hasta donde la autoridad aparente estar sorda, ciega y muda. No hay registro alguno, después de haber preguntado e investigado, de que está administración haya puesto una sola multa por incumplimiento de la norma 081. Ni en el corredor de la Morelos, ni cerca de la Alameda, como tampoco en el Fresno. En una administración como la del priísta Román Alberto Cepeda, que tiene como lema "no a la corrupción", vale la pena preguntar entonces por qué la omisión de sus direcciones.

Ya no son solamente los vecinos de un sector los que no pueden dormir, ahora son los pacientes de un hospital, algo ya de por sí grave, pero tampoco quienes asisten a ver un espectáculo en un teatro, no debe ser necesario recordar a las autoridades, que tanto las viviendas, como el hospital y el teatro, llegaron primero, es decir, fueron las cantinas, bares y antros las que interrumpieron en el uso de suelo. Así como invitarlos a que caminen más seguido por el centro de la ciudad que administren pare que se den cuenta de lo que hay que hacer.

@uyohan

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Escrito en: editorial Yohan Uribe editoriales

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