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No recuerdo cuándo fue la primera vez que escuché a Jumbo pero debió ser entre los años 1999 y 2000, cuando recién estaba por ingresar a la secundaria.
El primer video que vi fue el de 'Siento Que', en MTV, donde, uno por uno, cada integrante de la banda empieza a tocar la canción dentro de una puerta giratoria de un restaurante, en un plano secuencia.
Más adelante, esa canción fue como un himno de libertad mientras salía con mis amigos en los primeros viajes en carro y ahora, cada vez que la escucho, tengo como un reflejo pavloviano cada vez que la escucho con el que me dan ganas de salir corriendo y regresar a mi adolescencia.
Jumbo es una banda originaria de Monterrey y exponente de la Avanzada Regia, aquel movimiento musical surgido a mediados de los 90, el cual puso los reflectores en el norte del país. Los grupos que salieron de ahí no están unificados en un género, sino que representan una gama de distintos estilos como Control Machete, El Gran Silencio, Kinky, Zurdok, Plastilina Mosh y precisamente Jumbo.
El primer álbum de la banda, Restaurant, se lanzó en 1999 y el último, Manual de Viaje a un Lugar Lejano, una colección de sus temas clásicos interpretados en vivo junto a otros artistas, en 2018.
Aunque no están oficialmente separados, algunos integrantes tienen proyectos solistas y alternos como el vocalista Clemente Castillo, el guitarrista Flip Tamez y el baterista Charly Castro, con su banda Buffalo Blanco.
He tenido la oportunidad de verlos en vivo varias veces y recuerdo en particular un concierto muy íntimo en el Teatro Nazas, en el año 2010. Fui con mis amigos y aunque no hubo mucha gente en el lugar, ha sido uno de los shows que más tengo presente por lo bueno que fue.
"Están bien amarrados", dijo un amigo mío que es baterista y en aquel entonces no capté lo que quiso decir con "amarrados". Después entendí que se refería a la conexión, entendimiento, madurez y cercanía que solo tienen ciertos grupos tras años de estar tocando juntos.
Hace poco más de 10 años fui llenando mi checklist de conciertos de bandas mexicanas, ya que en Torreón era frecuente que cada dos o tres meses viniera un grupo de renombre.
La primera vez que vi a Kinky y a Molotov fue en un Rockampeonato y después, gracias a los festivales de Corona Music Fest, vi a otro puñado de grupos como Panteón Rococó, La Maldita Vecindad, Los Búnkers (Chile), Amigos Invisibles (Venezuela), Fobia, Zoé, La Gusana Ciega, entre otros.
Lo que siempre me pareció un poco irrespetuoso para la trayectoria de Jumbo era que, cuando les tocaba compartir cartel con otros grupos, normalmente los situaban en las primeras horas, en la tarde, en el calor, cuando, a mi parecer, eran tan importantes como para cerrar los eventos.
No entiendo cuáles son las condicionantes o los ingredientes de la fórmula del éxito en un proyecto musical. A nivel de masas, Jumbo no consiguió dar ese paso que los consolidara al nivel de otros grupos regiomontanos como Kinky o Plastilina Mosh, o alcanzar el estatus de banda de culto como Zurdok. Sin embargo, tienen una trayectoria muy sólida y son respetados por cualquier conocedor de la escena del rock en México en las últimas décadas.
En las últimas semanas he recorrido su discografía y me sorprende cuán presentes están en mí a pesar de que nunca los consideré particularmente como una de mis bandas favoritas. Hoy escucho sus temas y me parece que siguen sin perder vigencia, 20 años después.
Siento que estoy de nueva cuenta en el carro con mis amigos cantando "Pequeño gran rockstar, todo acabó, te traje una Tutsi-pop para que dejes de llorar". Hay bandas que nunca crecieron tanto para alcanzar la gloria del mainstream y que uno siempre siente más cercanas y supongo que son justamente a ellas a las que uno añora más.
Twitter: @gaboacosta89