Si alguien duda que el cambio climático es una realidad, falta ver lo que en este momento está sucediendo en el norte y centro del estado de Coahuila, donde torrenciales lluvias han azotado en las últimas horas esta parte del territorio y hoy tiene, en particular, al municipio de Múzquiz literalmente bajo el agua.
Hay que tener una verdadera inconsciencia de no recordar hasta apenas unas semanas atrás, el drama que se estaba viviendo en el área conurbada de Monterrey, Nuevo León, sencillamente porque una inusitada sequía había dejado en volumen muerto a la presa de El Cuchillo, y apenas con menos del 10 % al embalse de La Boca, fuentes importantísimas de abastecimiento del vital líquido para millones de neoleoneses.
La cruenta sequía no fue por supuesto pronunciada para los estados del noreste mexicano. La sequía ha sido hemisférica. La presa Hoover, ubicada cerca de Las Vegas, Nevada en los Estados Unidos y reconocida por su ingeniería aplicada en su gigantesca cortina de concreto, luce niveles históricamente bajos. En Europa, los medios dan cuenta de la pronunciada carencia de precipitaciones que ha provocado que los cuerpos de agua, ya sean ríos, lagos y hasta glaciares en Suiza, particularmente, luzcan tan bajos que permiten hallazgos históricos como ruinas del imperio Romano en la propia capital de Italia, o volviendo a América, y particularmente a la misma presa Hoover, que con la contracción del área cubierta de agua y la natural baja de su nivel, permita descubrir cadáveres que fueron hundidos donde antes había mucha agua, y que presuntamente fueron depositados por la mafia lugareña, de acuerdo al método que utilizaron los asesinos de las víctimas encontradas ahora en la parte del lecho seco de la histórica presa.
En la región Lagunera, si bien la sequía aún no se notaba en esplendor, amén de que la zona es semidesértica por su propia naturaleza, y que su única fuente de abastecimiento para el consumo humano es a través de pozos de extracción, la presa Lázaro Cárdenas, conocida como El Palmito, cerró sus compuertas con niveles preocupantemente bajos, apenas por arriba de los 700 millones de metros cúbicos, insuficientes por supuesto para un ciclo regular agrícola, que ronda entre los 950 y los mil millones de metros cúbicos.
En el mismo sentido, la presa reguladora Francisco Zarco sufrió también lo cruento de la sequía. A la conclusión del ciclo agrícola, tras sus cortinas apenas había 90 millones de metros cúbicos, menos de 21% de su capacidad total original de almacenaje, y que en estas circunstancias, pone en estrés a la fauna acuícola y con ello en riesgo económico a la cooperativa pesquera del lugar, además ahuyentar el atractivo turístico de este cuerpo de agua situado en el desierto lagunero que por sus propias características, genera un ambiente turístico, y con ello una derrama económica que hoy está mermada por su bajo nivel.
Por fortuna, en esta temporada las lluvias parece ser que en el norte del Pacífico mexicano, y que por su geografía impacta en la Sierra Madre Occidental, afluente de la presa El Palmito será generoso. Ya más al norte aún se tuvieron inusitadas precipitaciones en Sonora, que causaron inundaciones (una vez más, ¿Cómo dudar del cambio climático?). Pero el volumen de agua que se necesita para la agricultura lagunera es tal que lejos estamos de asegurar que en 2023 se tendrá un ciclo regular, aunque los indicios hacen suponer que por fortuna así será.
Lo que sucede en el Pueblo Mágico de Múzquiz es trágico, pero no es sino otro centro poblacional atacado por un clima inestable que la propia humanidad ha generado. O nos ponemos a trabajar en serio en el largo plazo para que esto no sea peor para las generaciones venideras, y en el corto plazo para que nosotros no seamos testigos de mayor degradación ambiental, o decidamos no cambiar el rumbo y como bestias sigamos destruyendo nuestro medio ambiente, y con ello nos destruyamos en parte nosotros mismos.