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Música en un suspiro

El violín de Einstein

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA.-

Vivimos en la era del conocimiento. Hay mucho conocimiento en el mundo, quizá demasiado. Pero lo que no hay es comprensión. En internet podemos conocer cómo hacer casi todo, aunque no comprendamos casi nada: mucha gente conoce técnicas para escribir poesía, pero hay muy pocos poetas; mucha gente conoce las reglas de la composición, pero hay muy pocos compositores; mucha gente sabe hacer el amor, pero muy poca gente sabe amar.

Conocer y comprender no es lo mismo: El conocer va hacia el "cómo" y la otro hacia el "por qué". En ese sentido, la escuela se ha convertido en una institución que comparte conocimiento, mientras que la familia deberá ser la encargada de generar comprensión. Comprender implica decir gracias o perdonar. Comprender implica ayudar y sentir con el otro en un acto de compasión. Comprender es así, un acto espiritual.

Alguien que "comprendió estos conceptos fue el gran humanista y físico, en ese orden, Albert Einstein. Ello lo vemos en una de sus célebres frases: Vivimos un mundo de medios perfectos, pero de fines difusos". Y creo que tenía razón. Hoy día tenemos teléfonos sumamente sofisticados, pero ello no se ha traducido en mejor comunicación entre los hombres. De hecho, ahora nos comunicamos menos. En su carácter de humanista y físico, Albert Einstein logró vivir en ambos terrenos, y según sus mismas palabras, quien lo llevó ahí, fue la música.

Él asumía la posibilidad de encontrar en la música una comprensión profunda de los retos que la física le presentaba: "Mi violín está en el centro de todo lo que pienso y hago. Pareciera como si a cualquier duda que tuviera, la música me tenía ya una respuesta", decía. Su esposa Elsa llegó a afirmar que lo que la cautivó fueron sus hermosas interpretaciones de las sonatas de violín de Mozart, más que su condición de gran físico teórico.

Siendo una gran pianista, la mamá de Einstein inició al pequeño Albert en el estudio del violín. Al principio le fue algo tedioso, sin embargo, a los 13 años escuchó las sonatas para violín de Mozart y eso lo marcó de por vida. De hecho, Bach y Mozart fueron la guía para Einstein en su desarrollo como físico teórico, y ello obedece, según él mismo afirmaba, a su nivel ambivalente en la estructura de perfección y sencillez que permanentemente buscaba en sus propias teorías. Einstein viajaba siempre con sus partituras y con su violín, al que cariñosamente llamaba "Line" la versión corta en alemán de la palabra violine. Cada miércoles se llevaban a cabo sesiones de música de cámara donde participaban personalidades y virtuosos del ámbito musical. En una ocasión, tocando en un cuarteto, Einstein cometió un breve error de solfeo, lo que provocó que el gran violinista Fritz Kreisler volteara para llamarle la atención, diciendo: "¡Albert!, ¡no sabes contar!".

En cuanto a su interpretación, después de escuchar un adagio de una de las sonatas de Beethoven, un maestro de música escribió: "hay muchos músicos con mejor técnica, pero creo que ninguno ha tocado con una sinceridad mayor o un sentimiento más profundo".Einstein fue poeta, sin escribir poesía; un gran músico, sin serlo; un gran físico, sí, pero sobre todo un gran humanista. La ambivalencia queda de manifiesto cuando poco antes de morir afirmaba: "He llegad a la conclusión de que hay dos energías y misterios que unen el Universo: el magnetismo, del que aún desconocemos mucho…, y el amor…, del que conocemos sus reglas básicas: Dar y perdonar".En un Suspiro.

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