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Música en un suspiro

Handel y sus sonatas para violín y clavicordio

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA.-

El simple hecho de mencionar la palabra Georg Friedrich Handel, nos remite inmediatamente a sus grandes trabajos orquestales y corales, como su oratorio el Mesías, sus múltiples óperas, cantatas, la Música Acuática o la Música para los Fuegos reales de Artificio.

Sin embargo, este prolífico compositor también incursionó en la música de cámara, creando una sustancial cantidad de obras para pequeños ensambles. De entre esta producción destacan notablemente sus sonatas para violín y clavicordio. Hablar de estas sonatas no es cosa fácil pues no hay un dato contundente de cuántas obras escribió. La primera edición de las obras completas de Handel en el S. XIX señala 9 sonatas, mientras que el musicólogo Stanley Sadie en 1971 apuntaba 7, y peor aún, Terence Best en 1982, establecía que tan sólo eran 5. El problema radica en que muchas de ellas carecen de firma al calce. Otro elemento que llama la atención es que sean 9, 7 o 5, están dispersas a lo largo de 40 años de creación del sajón. La primera de ellas, HWV 358 data por ejemplo de 1707 cuando Hendel se encontraba en Italia. Las siguientes 3 sonatas verían la luz entre 1724 y 1726, dato que es una mera especulación, pues se llegó a esa conclusión del papel utilizado para escribirlas. Las últimas sonatas pueden ubicarse hasta 1750, a 8 años de su fallecimiento. Hoy día entonces, se especula sobre 4 de las 9 sonatas siendo el sesgo definitivo para establecer su autoría, en su estilo y estructura compositiva. Una de las sonatas perfectamente identificadas y por cierto quizá la más interpretada en recitales de música de cámara, es la sonata HWV 371 en Re mayor. De hecho, es una de las sonatas tardías que data de 1750. A pesar de ser una bellísima obra, justo en las postrimerías del barroco y con serios pasajes ya dibujados con pinceles del Style Galant. La obra inicia con un movimiento Affetuoso, que sorprendentemente tiene sus orígenes en 1707. En el período barroco era muy común que los compositores se hicieran préstamos de ellos mismos o incluso de otros compositores. El movimiento Affetuoso muestra una delicado efecto hecho por el violín dando la impresión de ir ascendiendo una montaña… es decir la base armónica del teclado. Es una motivo sumamente lírico, dulce y elegante capaz de generar profundos sentimientos de añoranza, nostalgia y ternura. Inmediatamente después inicia un movimiento Allegro borrando cualquier rastro de dulzura e introspección. Es un tema vigoroso y pleno de energía que por cierto es retomado por el clavicordio en registros medios y luego una vez más en registros bajos, dando una idea de perspectiva sonora. El tercer movimiento proviene de la tradición operística handeliana donde el sajón logra proyectar sentimientos verdaderamente dolorosos y profundamente sentidos. Pero quizá no sea una buena idea terminar con este estado de ánimo, así que Handel no duda en regresar a la enérgica tonalidad de Re Mayor con tema portador de una plétora de pasajes resplandecientes y alegres. Como vemos, una sonata es como una novela donde se presentan personajes, musicales en este caso, con identidad propia y con algo qué decir, sentir o expresar. Hay un drama, un desarrollo, un clímax y una conclusión. Wittgenstein afrmaba que "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo", si esto es cierto, entonces una sonata amplía mi lenguaje y en consecuencia, mi mundo…, y es si ésta es además una propuesta de Handel, entonces será un mundo hermoso. En un Suspiro.

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