Don Mamilo se considera un hombre muy trabajador. Se pasa ocho horas diarias subrayando palabras en el periódico del día. Para eso tiene lápices de distintos colores. Los verbos los marca con rojo, los adjetivos con amarillo, los pronombres con verde, los escasos sustantivos con azul, etcétera.
De nada sirve esa labor, pero don Mamilo le da importancia grande. Nadie más que él realiza ese trabajo, afirma, y eso ya de por sí le da valor. Al fin de la jornada le muestra a su esposa, con orgullo, el periódico todo subrayado. Ella suspira nada más, y no le dice nada.
Siento gran simpatía por este buen señor. También yo trabajo con palabras, y sé que a fin de cuentas mi tarea tiene la misma importancia que la de don Mamilo. Él y yo somos compañeros. Los dos trabajamos para el olvido.
¡Hasta mañana!...