ESTE AMIGO MÍO ES UN ESCÉPTICO. SOSTIENE:
-No hay que creer en nada.
Y añade:
-Tampoco en eso hay que creer.
Su escepticismo se vuelve radical en lo relativo a dos temas. Afirma, terminante:
-Se necesita mucha fe para creer en Dios, y más aún para creer en las mujeres.
Luego dice:
-A Dios no lo conozco, y a las mujeres es imposible conocerlas.
Yo compadezco a ese amigo mío. No se puede ir por el mundo sin creer en nada. Es necesario tener fe, si no para mover montañas sí para moverte tú. Si no tuvieras fe en el prójimo no subirías al elevador ni te comerías lo que te sirven en el restorán.
Mi especialidad es creer en cosas increíbles. A veces creo incluso en mí mismo. Le digo a mi amigo: -Hay que creer en algo.
Responde:
-No te creo.
¡Hasta mañana!...