LLEGÓ SIN AVISO UN RECUERDO Y ME PREGUNTÓ:
-¿Te acuerdas de mí?
Yo, la verdad, lo había olvidado. Tantos recuerdos tengo que no puedo recordarlos todos. Guardo más olvidos que recuerdos. Tengo recuerdos que no puedo olvidar, es cierto, pero a cambio tengo olvidos que no puedo recordar, y eso me mantiene en un favorable justo medio.
No le dije al recuerdo olvidado que lo había olvidado. Aunque algunos recuerdos me lastiman no me gusta lastimar recuerdos. Le dije que me acordaba perfectamente de él, y le agradecí que me hubiera recordado recordarlo.
Con eso se dio por satisfecho y se alejó. No he podido recordar si era un recuero bueno o malo. Lo olvidaré de nuevo, entonces. Es lo mejor que puedes hacer con los recuerdos que no recuerdas si son malos o buenos.
¡Hasta mañana!...