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Manual de ciudadanía

PATRICIO DE LA FUENTE

“Si el sistema se empeña en considerar al ciudadano como un potencial cliente y consumidor, podríamos hacer buena esta lógica y proponer una militancia activa de clientes y consumidores convertidos en informatizados insumisos”.

-MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN-

El país, su presente y futuro, deben ser tareas compartidas e irrenunciables que precisan de nuestro talento, inventiva y capacidad creadora. México es una responsabilidad que recae en cada uno de nosotros, que demanda toda nuestra inteligencia, energía y la fuerza de miles de voces sumándose en un mismo coro.

Frente a quienes insisten en dividirnos buscando réditos en las urnas o simples ganancias políticas, la respuesta debe ser una actitud proactiva que posibilite la construcción del país que queremos de cara a los siguientes años. Ante el descontento colectivo tras décadas de malos gobiernos y ausencia de todo sentido de grandeza, queda mantenernos atentos, vigilantes y proactivos.

No podemos abandonar al país pese al desánimo inherente a tiempos complicados; aunque la decepción ha sido mayúscula y los buenos resultados brillen por su ausencia, desatender lo apremiante nos conduce a enfrentar mayores sobresaltos.

No debemos achacar a otros la culpa de todos los males y las desgracias que nos acongojan, ni delegar la responsabilidad del futuro en quienes de manera sistemática han renunciado a la nación que, en palabras de Isabel Allende, podría ser “nuestro país inventado”. Porque no basta con imaginarlo, hay que trabajar por él y para él todos los días y a cada momento. No posterguemos más la hora de los ciudadanos libres y de nuestra apuesta colectiva por México.

El ciudadano del tercer milenio asume y defiende causas, no se abandona a la suerte ni permite moverse al vaivén de las olas. El ciudadano que anhelamos es, ante todo, proactivo y propositivo, procura y cuida al entorno donde vive y trabaja, desde lo local, para transformar el ritmo de las cosas, lucha por todo aquello que dignifique a la comunidad. Dicho ciudadano cumple con sus obligaciones y conoce a profundidad sus derechos.

Un buen ciudadano no calla, propone. No grita, construye. No para en el mar, suma conciencias y voluntades. No busca encontrar remedios milagrosos en medio del desierto, ilumina el camino gracias a la contundencia y a la fuerza de sus ideas. No se aleja de la cosa pública, termina involucrándose y participa desde su campo de experiencia. No reniega del poder que otros detentan, siempre se empodera y ofrece alternativas viables que atemperen los cismas que a diario vivimos.

Ser ciudadano en estos tiempos tan revueltos es comprender que, para exigir, debemos predicar con el ejemplo y la congruencia en nuestras acciones. El ejemplo de buena ciudadanía comienza en casa, en el ámbito familiar, formando personas éticas que se interesen por el prójimo. También en la escuela, donde ponemos en práctica mucho de lo aprendido y vamos forjando nuestra inteligencia.

Ser un buen ciudadano precisa involucrarme comenzando por lo que ocurre en mi cuadra, en todo aquello que preocupa a mis vecinos, y trasladarlo a lo público a sus distintos niveles. Ser ciudadano es apostarle a la conformación de buenos gobiernos, a políticos mucho más honestos, a la rendición de cuentas como norma en el servicio público. Ser ciudadano es vivir una existencia honrada, renunciar y alejarnos de cualquier acto de corrupción, pues no existe mejor ejemplo para nuestro entorno que la congruencia entre los dichos y los hechos. Sólo así podremos exigir: cumpliendo con nuestro deber.

Ahí, en nuestras propias acciones y en el conocimiento de nuestros derechos y tareas, comienza y termina todo. Pero también el buen ciudadano implica convertirnos en promotores y hablar positivamente de todo lo bueno que tiene el país, de los grandes esfuerzos y voluntades que a diario florecen en una comunidad.

México, querido ciudadano, es una apuesta que ya no podemos extraviar ni dejar a merced de un puñado. La patria la hacemos todos y nos pertenece a cada uno. Los retos del porvenir son mayúsculos, el futuro en ocasiones incierto, pero podemos estar seguros de que juntos y poniéndole mucho corazón y cabeza al anhelo de un mejor país, lograremos cumplir con la tarea inconclusa de lograr un entorno más justo.

Ser ciudadano implica luchar por lo que más queremos en esta vida, por la noción irrenunciable de que a la larga y no obstante los vientos contrarios, el futuro pertenece a las mujeres y hombres de bien. México no resiste más división y demanda que libremos juntos muchas batallas en pro del gran país que tenemos y, sobre todo, por el que imaginamos posible. 

Twitter: @patoloquasto

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