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Los presentes peligros de una posible aniquilación nuclear

JORGE ÁLVAREZ FUENTES

El comienzo de una nueva época, colmado siempre de incertidumbres y conflictos, junto con los cataclismos que sobrevienen con el final generalmente convulso de otra, suelen empujar al mundo al abismo y presagiar graves peligros para el conjunto de la humanidad. Así ocurrió en las postrimerías de la Segunda Guerra en 1945 y durante su apogeo. Volvió a suceder en 1989, si bien de manera distinta, presentándose nuevos riesgos. La más reciente voz de alerta del secretario general de las Naciones Unidas señalando que las actuales tensiones geopolíticas podrían degenerar en un conflicto nuclear, constituye según mi análisis, un temible recordatorio. Uno al que deberíamos prestar nuestra máxima atención. Cuán cierto es lo señalado por Antonio Guterres de que la humanidad está próxima a un malentendido, a un error de cálculo, de la aniquilación nuclear. Sabemos que eliminar las armas nucleares es la única garantía que nunca se utilizarán. Desde hace décadas se ha luchado para que haya conciencia de que el mundo debe deshacerse de las armas nucleares y se tenga la certidumbre de conformidad con el derecho internacional de que su posesión y uso son inmorales. Sin embargo, los esfuerzos para impedir su proliferación parecen ir ahora en sentido contrario. Las salvaguardas para prevenir posibles escaladas se han debilitado. Así lo demuestran las acciones, no las declaraciones, de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

La invasión de Rusia a Ucrania, incluidos los ataques militares a instalaciones nucleares y la reciente ampliación de los combates a la península de Crimea, en un frente de guerra que se extiende a lo largo de 2700 kilómetros, es decir la distancia entre Varsovia y Barcelona, está haciendo trizas lo que quedaba de los mecanismos de diálogo, vulnerando las medidas de confianza indispensables, socavando los compromisos mínimos adoptados y haciendo imposible conseguir avances verificables. Con una guerra como la que tiene lugar hoy en Europa es muy poco probable que Estados Unidos y Rusia negocien y acuerden, en el corto plazo, el control de sus arsenales, la reducción del número de sus cabezas atómicas y sus sistemas de lanzamiento. Volver a encarrilar el acuerdo de las potencias con Irán sobre su programa nuclear será cada vez más difícil, porque Irán va a continuar incrementando los niveles de enriquecimiento de uranio e Israel hará el cabildeo a nivel global sobre los peligros que entraña que la Republica Islámica se haga de una bomba atómica. Podemos dar por anticipado que Corea del Norte proseguirá hasta llevar a cabo su séptimo ensayo nuclear, con el respaldo tácito de China, la segunda potencia militar, la cual cabe precisar, continua al margen de los mecanismos establecidos sobre el control de armas de destrucción masiva. En el océano Indo Pacifico hay una flagrante carrera armamentista y está en curso un rearme que incluye submarinos nucleares. Para acabar de complicar aún más los actuales escenarios, luego de conocer las razones del reciente cateo de la residencia del expresidente Donald Trump, es sumamente probable que en Estados Unidos, la principal potencia militar del mundo, haya habido en los últimos tiempos un manejo irresponsable de información ultrasecreta, presumiblemente sobre los arsenales y los riesgos nucleares existentes hoy en el mundo.

En el mundo hay 13 mil armas nucleares almacenadas en 9 países, las cuales constituyen un riesgo letal e inadmisible para el conjunto de la comunidad internacional. Los países con capacidad nuclear son EUA, Rusia, China, Francia, Reino Unido, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte los cuales siguen sin renunciar a hacer uso de ellas bajo el falaz argumento de que tienen derecho a defender, de manera estratégica, sus intereses vitales, en circunstancias extremas. Por ello, son perfectamente posibles y no pueden descartarse los chantajes entre y en torno a los desplantes y amenazas de los países con capacidad nuclear.

Si bien todos ellos admiten que en un eventual conflicto en el que se hiciera uso de armas nucleares, en primerísimo lugar, nunca debiera ocurrir puesto que no habrá un ganador, hay reportes recientes y confiables que indican de manera fehaciente que varias potencias están modernizando e incrementando sus arsenales, empezando por Estados Unidos, que para dichos fines ya autorizó un presupuesto de 634 mil millones de dólares para ejercer entre este año y el 2030. Reino Unido y Francia, con el estímulo y beneplácito de una OTAN belicista parecen ir en esa misma dirección. El mundo va entonces en reversa en lo que respecta a la disuasión nuclear. Porque como bien nos lo recordara en fecha muy reciente un analista mexicano de los asuntos internacionales en una columna periodística, la opción de la posesión de una bomba atómica es nunca emplearla, es la amenaza de su uso lo que disuade a quienes poseen semejante poder.

Por ello considero que debemos aferrarnos y secundar las recientes palabras pronunciadas por Takashi Miyata, el octogenario representante de los sobrevivientes al lanzamiento de una bomba atómica en 1945 sobre la ciudad japonesa de Nagasaki: "Durante 77 años los sobrevivientes hemos vivido con ira, sufrimiento y dolor. [Pero] debemos creer en un brillante y esperanzador futuro sin armas nucleares para así sentir que hemos vivido plenamente."

@JAlvarezFuentes

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