
(Foto: SERGIO A. RODRÍGUEZ / EL SIGLO COAHUILA)
Este 2 de noviembre es el Día de Muertos, miles de familias recuerdan a sus difuntos, les hacen altares y los visitan a los panteones.
Pero hay finados que ya fueron olvidados, personas que vivieron y nacieron a finales del siglo XIX y principios del XX que pasaron a mejor vida y cuyos hijos e incluso nietos después los alcanzaron y las nuevas generaciones no los conocen ni los recuerdan.
El Panteón municipal Guadalupe, en Monclova, fue fundado el siglo XIX, en 1899 y aún conserva tumbas de esa época.
Muchas de éstas colapsaron, otras desaparecieron al caer y borrarse los textos de las lápidas.
El tiempo, el peso de los años y del olvido acabaron con muchas. Mausoleos y capillas, incluso mucho más recientes se encuentran en ruinas, y nadie reclama su propiedad ni les lleva flores a los difuntos, mucho menos les dan mantenimiento a las estructuras.
El Ayuntamiento de Monclova cada año se esmera en arreglar y limpiar el camposanto para la visita de los deudos de los fieles difuntos. Las tumbas en mal estado son limpiadas y marcados sus perímetros con cinta amarilla para que no crucen y caigan en las fosas.
Pero los dueños no se hacen presentes, no limpian ni arreglan los terrenos y construcciones de la última morada de los fallecidos.
El Panteón Guadalupe es el más antiguo de Monclova funcionando. Está saturado, lleno a toda su capacidad pero continúa con inhumaciones en los terrenos a perpetuidad que aún tienen espacio para más cuerpos.
También hay entierros en tumbas que no fueron vendidas y que cada cinco años son despejadas, se retiraron los restos humanos y entregan a los deudos y la fosa se utiliza en nuevos servicios funerarios.
Sin embargo hay decenas, y tal vez un centenar o más de criptas, capillas y mausoleos cuyos propietarios ya están enterrados ahí, y sus descendientes no saben que son herederos, o no les importa y no existen porque terminó el linaje familiar.