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Lo que importa es generar valor público

JOSÉ EDGAR SALINAS URIBE

En las empresas es muy común usar fórmulas de palabras como "agregar valor "o "generar valor" para referirse al mismo tiempo a la acción y un resultado esperado, pero también al efecto total de la acción de la empresa con sus grupos de interés. En este sentido, una empresa agrega valor para sus colaboradores cuando las compensaciones y desarrollo ofrecidos les resultan atractivos y los satisfacen. Agrega valor a sus clientes cuando estos encuentran la calidad, innovación y responsabilidad que esperan de ellas. Agregan valor a sus accionistas con una rentabilidad que pueda mantenerse en el tiempo. Agregan valor a su entorno cuando su desempeño procura una relación sostenible con los ecosistemas. Agregar valor se ha convertido en una especie de orientación y consigna, que por un lado marca la pauta de las prioridades y también los criterios de evaluación del desempeño.

La agregación de valor como criterio para priorizar acciones y medir resultados puede ser útil a la hora de evaluar (es decir, según el diccionario de lengua española: "estimar, apreciar, calcular el valor de algo") no solo el desempeño de y en una empresa sino también en el ámbito público, en la esfera de los gobiernos. Desde luego, los criterios son distintos por lo específico del interés del ámbito privado y lo propio del bien colectivo o público. Así que más allá de la rentabilidad y la sostenibilidad de una empresa, el valor público debe encontrar sus criterios clave en función del interés general de la sociedad.

El concepto de valor público es una herramienta interesante para buscar mayor objetividad a la hora de sopesar el desempeño de los gobiernos. Hoy que está de moda reducir todo tipo de desempeño de los gobiernos a la simpleza de un me gusta o no me gusta o a un estandarizado estoy de acuerdo o no, vale la pena recurrir a criterios que consideren la generación de valor público en la acción gubernamental. En palabras más comunes, a los resultados logrados en función a los retos, posibilidades y recursos en que se inscribe la acción de gobierno.

Regresando al tema de los criterios para sopesar el valor público, uno de ellos tendría que ser el monto relativo y destino dado a los recursos públicos (lo cual supone una priorización en función de las necesidades a atender, pero también de la multiplicación positiva del efecto esperado); un segundo criterio es la satisfacción de necesidades (salud, seguridad, educación, etcétera). Este aspecto ayuda a diferenciar la generación de valor privado de aquel que es público, pues en este último cobran una relevancia mayor aspectos cualitativos no necesariamente reducidos a valor monetario. Evidentemente el valor público se da en un marco de restricciones, es decir, de recursos limitados, por eso la evaluación debe considerar la eficacia en el uso de los recursos en relación con la satisfacción de necesidades socialmente reclamados. En resumen, en una evaluación de este tipo hay que considerar a qué se le destinan recursos, qué efecto multiplicador tienen y si estas acciones resuelven con eficacia demandas sociales. Si el examen contiene elementos negativos, seguramente estamos ante un escenario donde no hay generación de valor público, sino acciones de gasto ineficientes que no satisfacen ni resuelven sosteniblemente necesidades sociales.

Desde luego, la acción de los gobiernos es muy amplia y quizá convenga hacer evaluaciones por segmentos temáticos. Al final, ponderando los resultados podremos tener una noción más objetiva respecto al desempeño de un gobierno a partir del valor público generado y no con base solo en afinidades ideológicas, gustos personales o simplificaciones arbitrarias. Queda claro que pese a los resultados en una evaluación de este tipo habrá quien sostenga que el vaso medio vacío es lo mejor que puede pasarle a un país pues estamos inmersos en un debate de simplicidades que poco abonan en la construcción de sociedades más justas, sostenibles y fraternas. Debatir sobre la base de elementos más objetivos puede ayudar a que las discusiones sean fructíferas en favor del bien colectivo.

@EdgarSalinasU

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