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Libaneses. Hechos e imaginario de los inmigrantes en México

JORGE ÁLVAREZ FUENTES

Hay algunas historias que requieren ser bien contadas. Máxime si han sido narradas con frecuencia, de distintas maneras, fragmentadas, subjetivas o sesgadas. Sobre todo, tratándose de innumerables narrativas que terminan recubiertas por múltiples recuerdos, circunscritas por la memoria, por infinidad de anécdotas e insistentes referencias personales y familiares, muchas veces por motivos identitarios. Son esas historias que deben establecerse otra vez, aun si han sido escuchadas y repetidas en forma recurrente, para poder ser interpretadas, compartidas y reinterpretadas, de manera colectiva por las nuevas generaciones, por las familias, las muchas colectividades y asociaciones urbanas y regionales, finalmente por cientos de miles de individuos. En particular, por aquellos hombres y mujeres que se apropiaron en forma deliberada de la tarea de reconocer su ascendencia levantina y se identificaron, no con una nacionalidad, sino con un quehacer: ser libaneses.

Se trata de una de esas historias fascinantes que reclamaba ser contada de nuevo, en forma comprensiva y coherente, utilizando las más diversas bases documentales e interpretativas, teniendo como propósito último resignificar su importancia. La historia de los libaneses y sus identidades, de su singularidad presente y actuante en todos los rincones del mundo. En particular, la historia de los emigrantes, mayoritariamente cristianos, que salieron del llamado Monte Líbano y terminaron por llegar a México para arraigarse, vivir, trabajar sin descanso y prosperar en nuestro país, aún sin que ellos tuvieran entonces un país propio, desplazados por guerras, presiones demográficas, conflictos confesionales, ambiciones externas, incluso el hambre, habiendo abandonado sus lugares de origen como consecuencia de la decadencia desastrosa del Imperio Otomano, quedando tantas veces atrapados en los procesos históricos que siguieron: el reparto de los despojos por las potencias coloniales y la extremadamente compleja y problemática construcción de las nacionalidades y de las propias naciones que llegarían a ser conocidas como Siria, Líbano, Palestina, Turquía e Israel. De esto, de los hechos mismos y del imaginario de los inmigrantes libaneses en México trata, de manera particularmente lúcida y esclarecedora, un nuevo libro de Carlos Martínez Assad, publicado recientemente por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, cuyo título he tomado prestado para esta columna.

Carlos Martínez Assad profundiza en los contextos y las circunstancias, menciona múltiples detalles y explica numerosos acontecimientos relevantes a fin de dar cuenta de procesos históricos complejos y confusos. Para ello hace uso de numerosas y variadas fuentes primarias, secundarias y hemerográficas, utilizando, de manera sobresaliente, varios enfoques complementarios sumamente interesantes, no sólo historiográficos, sino sociológicos, artísticos, cinematográficos y literarios, para conseguir esclarecer y desmitificar las referencias tan recurrentes sobre el carácter y la personalidad, la razón y manera de ser de los inmigrantes libaneses en México. Expone la construcción problemática de su identidad desde sus orígenes como fenicios que no árabes; las peripecias migratorias vividas y experimentadas por generaciones; la tenaz adaptación a un país católico para conseguir la integración productiva desde finales del siglo XIX y a lo largo del XX, del Porfiriato a los años convulsos de la Revolución Mexicana, no exentos de dificultades y reclamaciones, para capitalizar las oportunidades surgidas durante los regímenes posrevolucionarios; de la primacía al abandono paulatino de la lengua árabe entre padres e hijos a la conformación moderna de las familias con matrimonios externos; la adopción emocional de la obra literaria de Gibran Khalil Gibran, como iniciación y culto. Finalmente, la larga trayectoria, por lo general exitosa, de esos inmigrantes en los negocios, con todos sus vicios y virtudes, que empezaron como aboneros, continuaron como comerciantes, siguieron como industriales, banqueros y financieros hasta llegar a empresarios, intelectuales, artistas y políticos sin perder su identidad como maronitas, melquitas, católicos, greco católicos siriacos, ortodoxos, judíos, armenios, drusos y musulmanes, quienes se insertaron a México, de manera decidida y plena a través de la actividad profesional y la mística del trabajo esforzado y competitivo.

El libro discurre a lo largo de diez capítulos, con una introducción sumamente invitadora y un interesantísimo aporte final sobre los acontecimientos más actuales, del conflicto del 2006 a las protestas de 2017. La lectura de sus 437 páginas atrapa y permite recorrer la invención del Líbano histórico entre los inmigrantes libaneses en México y como lo fueron rememorando, construyéndolo y recreándolo, forjando un singular imaginario colectivo, a partir de distintas experiencias vitales, que se presentan en la forma de valiosísimos recuentos de algunos protagonistas en varias regiones de nuestro país, al tiempo que se conformaba una identidad propia mediante el establecimiento de colectivos sociales y profesionales, sin apartarse de una religiosidad moderna, laica, ni renunciar a sus identidades confesionales, para llegar así a ser orgullosos mexicano - libaneses y proyectarse como tales.

Estoy plenamente convencido que las cuantiosas aportaciones y hallazgos de esta obra resultarán de enorme interés para muchas personas en la región de la Laguna y el norte de México. Ello, si tomamos en cuenta, como antecedente, que grupos de emigrantes procedentes de Palestina, de Siria y de lo que después terminaría por ser Líbano, sobre todo el territorio al sur, se ubicaron a lo largo de los años preferentemente en Coahuila, Durango y Nuevo León, y no sólo en México, Yucatán, Puebla, Veracruz y Oaxaca. Descendientes de inmigrantes que hasta el día de hoy mantienen una notoria presencia y una destacadísima participación en la vida económica y social en todas las regiones de México. Hoy, millones de mexicanos tienen un amigo libanes. ¡Vaya historia admirable!

@JAlvarezFuentes

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Escrito en: Jorge Álvarez Fuentes

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