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Las tensiones en torno a Taiwán podrían empeorar aún más la situación geopolítica mundial

JORGE ÁLVAREZ FUENTES

En esta columna hemos analizado algunas de las razones que explican las aguas embravecidas que se viven hoy en el océano Indo Pacífico. Son cada vez más motivo de preocupación en los centros de pensamiento estratégico. Seguramente lo seguirán siendo. Han pasado más de tres meses de guerra en Ucrania, la cual podría extenderse este año como una guerra de desgaste y de posiciones. El panorama global, los mapas de riesgos, en todos los otros frentes de conflicto, no son nada halagüeños. La situación mundial, en general, está empeorando. Acuerdos, arreglos y alianzas están siendo cuestionados o reconfiguradas. Rusia confía en que China le cubrirá las espaldas; pero las cosas podrían cambiar si difieren en torno a recursos estratégicos y divergen sus perspectivas regionales. Por ahora ambos están dispuestos a sostener sendas confrontaciones en múltiples planos con Estados Unidos. Ambos priorizan en el plano internacional una estabilidad autoritaria sobre la justicia, los derechos humanos y la democracia. Saben que conseguirán la mayoría de sus objetivos de corto plazo si administran los conflictos y hacen que se alarguen los objetivos de largo plazo de resolverlos de manera multilateral, a fondo. Lo vienen haciendo desde hace tiempo. Ambas ya no simplemente están confrontando las normas y valores de la convivencia internacional impuesta por largo tiempo por Occidente, sino que, al hacer la guerra por distintos medios, al sostenerla en varios escenarios, están propiciando un orden internacional distinto, donde la amenaza y el uso de la fuerza es un recurso legítimo, fundamental e integral para los países poderosos. Uno que prácticamente se ha tornado en un elemento prescriptivo en el manejo de las relaciones de poder aun cuando ambos se afirman paladines del derecho internacional.

Tanto Rusia como China ven en Estados Unidos a una, no a la única superpotencia, y la ven como un oponente geopolítico y normativo. Saben que tienen mucho que ganar en un mundo fragmentado, sobre todo habiendo entrado en recesión la economía mundial. En la reunión de Davos, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional alertó sobre la peligrosa tendencia a la fragmentación política y económica: "Lo que nos preocupa más es el riesgo de que vayamos a un mundo con mas fragmentación, con bloques comerciales y bloques monetarios, separando lo que hasta ahora era todavía una economía mundial integrada. La tendencia a la fragmentación es fuerte. Me crié al otro lado de la cortina de acero. La odiaba. Y puedo decir que me asusta que quizás estemos caminando sonámbulos tras la guerra caliente a otra guerra fría". Muchos análisis recientes están haciendo eco de las reiteradas declaraciones estadounidenses de que el principal rival de EUA, a nivel global, es China, la cual amenaza el orden internacional basado en reglas o que la guerra en Ucrania no es un asunto europeo sino global. Todo ello hace aún más necesario y urgente el evitar, a cualquier precio, junto con la Unión Europea y la OTAN, que Putin y Rusia terminen por imponerse en Ucrania y extiendan su conducta agresiva haca Europa del Este. Consecuentemente, es fundamental fortalecer al mismo tiempo las relaciones prioritarias en Asia, en todos los ámbitos con todos los actores.

Pero todos estos escenarios podrían cambiar de manera catastrófica si China invade Taiwán. Por una parte, el presidente Biden se reunió en Washington con sus pares de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) con quienes acordó nuevas formas de cooperación económica y de seguridad. Por la otra, acaba de visitar Corea y Japón para avanzar acuerdos económicos, políticos y sobre todo militares dentro de la nueva alianza conocida como el Cuadrilátero para "asegurar un Indo Pacifico abierto y libre de coacciones". Todos los países miembros mantienen disputas con China y avistan una política agresiva que buscan contrarrestar. Lejos de ser una casualidad, China y Rusia hicieron coincidir maniobras militares con la visita del presidente estadounidense. Aviones cazas chinos y rusos patrullaron el mar de Japón estando Biden en Tokio. La disputa está abierta sobre el paraguas de protección militar de EUA a Taiwán que data de 1979. La anexión por la fuerza de Taiwán conllevaría a una intervención militar de los EUA según una fuerte declaración, sin ambigüedades, confirmada por la Casa Blanca, que matizó al señalar que Washington defiende la vía de una sola China, siempre y cuando los taiwaneses quieran y así lo determinen, dado su estatus.

Una sola China es la expresión que sienta las relaciones de China con el resto del mundo, incluido Estados Unidos. Para Pekín implica el reconocimiento de que sólo existe una China y esta incluye a Taiwán, considerada parte inherente a su soberanía territorial, aun cuando sea la isla en donde se refugiaron tropas nacionalistas derrotadas por el ejercito comunista en la guerra de 1949. Pekín considera la cuestión de Taiwán como un asunto interno exclusivamente chino, en el que ningún actor externo puede interferir. De ahí las advertencias chinas de no subestimar la determinación de salvaguardar su seguridad, soberanía e integridad territorial.

Mientras esto está ocurriendo, Japón procederá a aumentar sus gastos y capacidades de defensa rompiendo con décadas de desmilitarización de la sociedad japonesa, que ha vivido atenida bajo la protección estadounidense desde la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial. Corea del Norte, con el aval de China, continúa desarrollando y lanzando sus misiles balísticos. Las tensiones podrían escalar.

@JAlvarezFuentes

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