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La violencia incontrolable de AMLO

PATRICIO DE LA FUENTE

"En vez de aprovechar su popularidad para tomar las medidas difíciles que nos urgen, AMLO prefiere tirar nuestro dinero para preservarla. ¿Lo hace por cinismo o ignorancia?"

-Jorge Suárez Vélez-

Producto de pactos inconfesables, a Enrique Peña Nieto rara vez lo menciona o responsabiliza del caos en el que hoy tiene sumido al país, particularmente en materia de seguridad.

En amplios círculos es sabido que el mexiquense tiene en su poder una amplia videoteca que lo blinda contra cualquier persecución. Peña Nieto y Luis Videgaray, la verdadera eminencia gris detrás del trono, gozan un retiro dorado a cambio de silencio.

Felipe Calderón, con todo lo que podemos criticarlo, pues existen razone de sobra, dejó de ser presidente hace diez años. Sin embargo, la obsesión y animadversión de López Obrador mantiene al expresidente, todos los días y a todas horas, en la conversación pública.

Además del odio, patológico, que el actual mandatario le profesa a Calderón, culparlo de los males que aquejan al país es algo que a López Obrador le reditúa rumbo a 2024. Por ello, siempre más interesado en hacer campaña que en gobernar, el tabasqueño prefiere enfocar sus baterías en referirse, siempre, al pasado, y destina largas horas culpando a otros de su propia indolencia, fracasos y promesas rotas.

Curioso obsesionarse así con el ayer cuando en la práctica López Obrador actúa, piensa y gobierna como su principal mentor: Luis Echeverría Álvarez. La estrategia de combate frontal al crimen organizado de Felipe Calderón quizá no fue bien planeada, resultó a todas luces precipitada y derivó en uno de los sexenios más violentos de la historia. A la fecha, salir de tal espiral sangrienta es algo que no hemos conseguido.

Al comenzar su administración, Andrés Manuel López Obrador anunció un cambio radical y prometió que pacificaría al país apostándole a un modelo que atendería las causas de la violencia. También, en una frase que habrá de perseguirlo hasta el final de sus días, dijo que habría "abrazos, no balazos".

Por desgracia, el actual Gobierno no ha sabido atender tales causas, las que generan violencia, de manera exitosa, ni mucho menor atenuar la injusta desigualdad que nos aqueja. La confianza de inversionistas nacionales y extranjeros está rota, incontrolable resulta la inflación. Los programas sociales en el fondo no buscan crear cadenas de valor ni generaciones más preparadas, sino ampliar la base de votantes cautivos que no tienen más remedio que ser cooptados para poder sobrevivir.

Aunque el presidente de la república sostuvo que el actual modelo de seguridad sería a largo plazo y tomaría tiempo, lo cierto es que al término del sexenio Andrés Manuel López Obrador tendrá en su haber más muertos que Felipe Calderón. Sumémosle además de las víctimas un desastroso y vergonzoso manejo de la pandemia y haber desmantelado el sistema de salud, dejando a miles de personas, entre ellos niños, sin medicinas ni atención médica. Vaya herencia.

Hace algunos ayeres, un personaje muy cercano a López Obrador me comentó que su principal problema era la terquedad y empecinamiento con el que se conduce, y lo difícil que es hacerlo cambiar de opinión.

Ante el asesinato de dos sacerdotes jesuitas esta semana, miles de voces de todo el espectro social han instado, suplicado al presidente que revise la estrategia y escuche a quienes piensan distinto. Hasta Ricardo Monreal, quien tiene 40 años haciendo política y es un hombre preparado, alzó la voz para insistir en que el modelo actual nos está conduciendo al abismo. Para variar, el presidente desestima a las voces disidentes, creyéndose dueño de la verdad, y se monta en su macho. "Vamos bien", dijo en la mañanera. Sin comentarios…

Falló Calderón, falló Peña Nieto, falló Andrés Manuel, pero el siguiente ya no puede fallar, mucho menos tratándose de algo que, a cada uno de nosotros, en mayor o menor medida, nos arrebataron: la tranquilidad.

Por ello, si algo debemos exigir a todos y cada uno de los suspirantes (corcholatas) que aspiran a suceder al actual presidente, es que nos presenten, a priori, un esbozo de estrategia que detalle cómo resolverían el problema en caso de ser elegidos. Dicho esbozo debe contener planteamientos de todos los actores sociales porque ya hemos visto que la toma de decisiones unilaterales, y la restauración de la presidencia imperial a la que le apostó Andrés Manuel fragmentó al país en dos bloques.

ATENTO AVISO

Como parte de las entrevistas del centenario de El Siglo de Torreón, el domingo 3 de julio aparecerá en estas páginas y en todas las plataformas digitales la conversación que sostuvimos con Manolo Jiménez Salinas, exalcalde de Saltillo y actual secretario de Inclusión y Desarrollo Social de Coahuila.

Ante los tiempos electorales que se avecinan, con Manolo ahondamos en distintos temas, no solo de carácter político sino también de interés humano.

En lo que a seguridad se refiere, coincidimos en que, a nivel nacional, Coahuila es un caso de éxito y los ciudadanos debemos garantizar que así continúe.

Por ello, querido lector, también te invito a que en su momento les hagas la misma pregunta a los suspirantes de todos los partidos. Ninguno de nosotros quiere regresar a un pasado violento cuyo recuerdo todavía nos lacera.

Twitter @patoloquasto

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