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La Peña Beisbolera

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JUAN GARCÍA

El pasado viernes 1 de julio se cumplieron 42 años del infortunado paro de peloteros iniciado con la no realización del juego programado para ese día, que en 1980 fue martes, entre Diablos Rojos del México y los entonces Tigres capitalinos. Nada menos que el clásico de clásicos, la "guerra civil" que tanta pasión despertaba entre la fanaticada beisbolera.

Cuando la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) contaba ya para entonces con veinte equipos en 19 plazas del país, todo era optimismo y visión de un futuro promisorio, hasta que un día de repente no hubo juego. El encuentro más esperado de esa jornada entre las escuadras mencionadas, no se llevó a cabo. Como tampoco el que en esa misma fecha se iba a celebrar en Poza Rica con los Pericos de Puebla, pero por una razón muy diferente: sucedió que el camión de estos últimos se descompuso y no pudieron llegar a la ciudad petrolera para cumplir el compromiso ese día. Pero los otros ocho juegos sí se realizaron.

Sin embargo el movimiento cundió y al final de los 20 equipos sólo quedaron activos 6. Con éstos se reinició la campaña, muy corta, ya que sólo comprendió 40 juegos por equipo.

Ese paro, suspensión o huelga de peloteros tuvo efectos de catástrofe sobre el Deporte Rey en nuestro país. Después de más de cuatro décadas aún no tenemos una idea precisa del impacto devastador de ese movimiento, que aunque justo, es  claro ejemplo de que incluso causas justas cuando no son bien gestionadas terminan teniendo consecuencias contraproducentes.

Hace diez años inicié una investigación sobre los orígenes, desarrollo y consecuencias de ese paro beisbolero de 1980, con el propósito de publicar los resultados en un libro a publicarse en 2015, al cumplirse 35 años de aquel movimiento. Por diversas causas el proyecto se ha demorado, aunque el volumen ya hasta tiene título: "Que se pare la bola".

La investigación comprendió una serie de entrevistas a personajes que fueron protagonistas de aquellos acontecimientos. Algunos no las aceptaron o se comportaron de manera elusiva. Pero por fortuna otros sí, como los licenciados Antonio Ramírez Muro y Jorge Pulido Aguilar, fallecidos en enero de 2021 y septiembre de 2019, respectivamente. El primero presidente de la LMB entre 1962 y 1981, cargo que desempeñaba cuando estalló el conflicto. Y el segundo, el licenciado Pulido, abogado de prestigio ligado al mundo del beisbol, principalmente al club Tigres.

Ambos me concedieron extensas entrevistas en diferentes días de mayo de 2013. Parte importante de una y otra entrevista, con la amable anuencia de ellos, fue grabada. Me llamó la atención la respuesta de don Antonio Ramírez Muro a una de las preguntas que le formulé.

Le interrogué: "Tal como se dieron los acontecimientos en julio de 1980, ¿cree usted que pudo haberse hecho algo efectivo para terminar rápidamente con el conflicto?".

Y su respuesta fue: "Sí, definitivamente eso se pudo haber terminado la misma tarde que había empezado, nada más que intervino la soberbia de muchas gentes y la vanidad e ignorancia de otras, la política y todo eso que se juntó para que lo que no tenía forma de crecer, se convirtiera en un movimiento que le hizo tanto daño al beisbol".

De todo esto han pasado ya 42 años y aún seguimos sin entender muchas cosas de aquel movimiento.

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