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La importancia de la representación proporcional en México

JUAN LUIS HERNÁNDEZ AVENDAÑO

La propuesta de reforma electoral que ha enviado al Congreso el Ejecutivo federal, ha provocado múltiples análisis pues representa en su conjunto diseñar un nuevo sistema electoral y nuevo sistema de partidos, es decir, de aprobarse, estaríamos ante un nuevo régimen político en su composición y en su funcionamiento orgánico.

Por lo regular, los sistemas electorales son conocidos como las reglas que hacen posible la conversión de votos en escaños. En general, en el mundo, hay esencialmente dos maneras de convertir el voto ciudadano en representación política: por mayoría relativa y por representación proporcional.

La mayoría relativa o representación uninominal como la llamamos en México se usa en los sistemas presidencialistas, siendo Estados Unidos el mayor representante de esta manera de convertir los votos en asientos legislativos. Este método consiste en crear una unidad territorial electoral que puede ser un distrito o una circunscripción y el partido político que tenga más votos en ese territorio delimitado se lleva todo.

En nuestro país elegimos por este método a 300 diputados federales y a 64 senadores. Esta vía premia a los partidos con mayor fuerza electoral, a los que tienen capacidad de mover sus maquinarias electorales combinadas con las estructuras gubernamentales. Así el PRI se mantuvo muchas décadas como partido hegemónico y partido mayoritario.

Sin embargo, el otro modo de convertir votos en poder político es la representación proporcional. Los países con sistemas parlamentarios como los europeos son quienes hacen uso de este método. Se trataría de reproducir el porcentaje de votos en porcentaje de curules, desde la fórmula más exacta que sería la representación como espejo hasta fórmulas variadas con pisos y techos matemáticos para configurar la representación ya sea para hacer gobiernos, por ejemplo, en las monarquías parlamentarias, o configurar grupos parlamentarios en los congresos presidencialistas. En nuestro país usamos este método para elegir 200 diputados y 32 senadores.

En este sentido, México tiene un sistema electoral mixto, usa las dos maneras de convertir votos en escaños y parece una decisión salomónica. Ante la propuesta de reforma electoral de la 4T, ha habido una confusión en torno a si propone eliminar los diputados y senadores plurinominales, para dejar sólo los uninominales. Si atendemos esta hipótesis, el sistema electoral sería bipartidista, con el partido oficial, en este caso Morena, como partido hegemónico.

Pero en otra parte de la iniciativa se habla de integrar congresos estatales y cabildos por representación proporcional. El debate debe estar orientado a que prevalezca el mejor método de representación. México es muchos Méxicos, somos una sociedad extraordinariamente heterogénea y diversa, y por ello, la mejor representación política es la representación proporcional, la que da entrada a los congresos a los partidos más pequeños y a los más grandes.

Desde mi perspectiva, la iniciativa de reforma electoral de la Presidencia no está hecha para aprobarse, no sólo porque Morena no tiene la mayoría calificada para modificar la constitución, sino porque la propia iniciativa problematiza temas que han ocupado y preocupado a los mexicanos y a los expertos en las últimas décadas, difícilmente para llevar a un nuevo código electoral.

Estos temas son el papel del árbitro electoral, su composición, el método de su elección, la utilidad o no de la institucionalidad electoral local en los estados, el tamaño de las dos cámaras federales, el financiamiento público, los tiempos oficiales en los medios de comunicación, la incorporación del voto electrónico y las diferentes maneras de convertir votos en escaños.

La iniciativa presidencial dice querer un sistema político menos caro y con nuevas reglas del juego. Pero no se aprecia que en realidad su objetivo sea trabajar con la oposición para llegar a un acuerdo y llevarla a buen puerto. Parece más bien una estrategia para sostener una narrativa contra la política tradicional y lo que podría denominarse el viejo régimen, que servirá, en todo caso, para enfrentar los próximos procesos electorales.

Así pues, si se trata de defender un modelo de conversión de votos en escaños me quedo con la representación proporcional.

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