(SAÚL RODRÍGUEZ)
“La geometría es la base de todo”. El diseñador, maestro y artista visual Erasmo Bernadac sostiene una mochila negra al entrar en la galería de Casa Mudéjar. Estos muros han permitido que su obra sea huésped para mostrar su discurso a los visitantes. Imagiro consta de 24 piezas que reflejan la filosofía desarmable del autor, pero siempre a partir de una esencia.
“Más que la expresión, es investigar, crear situaciones de aprendizaje donde se nos ayude a reconocer formas, elementos que sean herramientas para generar un arte o una ciencia”
Imagiro: Los transformables, de Erasmo Bernadac, es una exposición que parte de concebir a una simple hoja de papel, como el punto de partida del diseño y la moldura geométrica. Se trata de fórmulas que simplifican la complejidad de la geometría, en cada nivel de sus escalas y dimensiones.
“Yo le llamo ‘el paradigma de la hoja en blanco’ y se refiere a obtener mayor economía, optimización de la hoja, que es un elemento que nos sirve a todos en la cotidianidad. Sirve, por ejemplo, a los reporteros, a los periodistas, a los investigadores. Y en sí, de ella podemos apuntar cosas y también extraer información. En este caso, la hoja de papel o una hoja de cualquier material que pueda plegarse, nos da información en razón a sus pliegues, por sus ángulos, por sus aristas, sus vértices. Esa información está rodeándonos en cuanto a los avances tecnológicos”.
Bernadac emplea la geometría propia de la naturaleza, quien posee bases dobles, cuadrangulares y une segmentos, en una especie de logaritmo, funciones o instrucciones, donde las propias células humanas pueden dividirse en dos o más partes y la biología se multiplica; tanto lo vegetal como en lo animal sigue los mismos factores de reproducción para multiplicarse y formar sistemas complejos.
El autor habla de la geometría de fractales, utilizable para construir los objetos conocidos por el ser humano. El cuadrado es la base de casi toda su exposición, tiene funciones tanto circulares, como cuadrangulares, circulares, triangulares, otras que se basan en la sección áurea, las matemáticas vorticiales (función geométrica de la espiral) y el toroide (que es la forma de una dona), los cuales ejemplifican cuestiones energéticas, movimientos geométricos, desde una célula hasta la galaxia.
“Esa es una ciencia que se llama topología y en la topología convergen el arte y las matemáticas. Lo que describe, por ejemplo, es que en una superficie, la que sea, se puede hacer muchas transformaciones y no pierde su superficie como tal. Todas están diseñadas con base a eso: se transforman, se pliegan de muchas maneras sin perder su connotación, sólo con sus pliegues”.
Aunque tienen distintas geometrías, cada obra es una sola pieza. Están cortadas de una manera que la esencia de la hoja se conserva. Para ellas, el autor empleó tanto hojas de papel, como cartulina y cartón.
Erasmo Bernadac señala una pieza que cuelga del techo, se trata del esqueleto de un icosaedro, similar a las esculturas que se encuentran en las calles aledañas de la Plaza Mayor. Si se cubre con triángulos, vértice con vértice, dará como producto al icosaedro.
La geometría habita y forma el entorno del individuo. Ser consciente de su existencia y de entender cómo los elementos pueden cambiar de forma sin desprenderse de su esencia, es un conocimiento vital que podría ayudar también para formar decisiones y en la ingeniería de las ideas.
“A veces pongo a mis alumnos, les develo esto, que realmente está en los libros, muchas cosas que están aquí aplicadas las aprende uno en la primaria (los ángulos, el estuche de geometría como tal). Generalmente, los olvidamos, pero creo que sí tiene una razón de ser en cuanto a aprendizaje, porque esto nos educa en la paciencia, en tener una visión más amplia, de que las cosas no son como a veces las pensamos y que a lo mejor pueden haber más opciones o más enfoques mucho más creativos. Esto también, en la práctica y le da enseñanza a la gente, esa concentración, esa gimnasia mental que puede aplicar en su vida diaria”.
