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La columna del perro

La columna del perro

Todo cambia

M.V.Z. MIGUEL DÁVILA DÁVILA

Hace una década o más años atrás, éramos, actuábamos, educábamos, creíamos o respetábamos las cosas de una manera diferente.

Llegamos a creer que nuestros padres eran demasiado rigurosos y severos al educarnos, creíamos que la religión cualesquiera que cada quien profesara era exagerada y que para ella todo era pecado.

Crecimos con una mejor instrucción y con una mayor facilidad para conseguir las cosas materiales y de repente nos alcanzó el mundo globalizado, con todas sus ventajas, pero sobre todo con sus desventajas.

Por imitar las culturas de otros lugares pensamos, cuando yo tenga hijos voy a cambiar la manera de educarlos, seré menos severo en ponerles reglas y límites, tendré más comunicación, seré amigo de ellos… cuando ya se tienen hijos, en lugar de seguir los instintos que la naturaleza nos da; vamos en el caso de ser padres con un psicólogo para que nos enseñe a educarlos, con un terapeuta para que enseñe a la madre a amamantarlos, con un psicólogo para que nos ayude a entender cuando nuestros hijos tengan algún problema.

En el parto para empezar existe la opción, si se tienen los recursos económicos de que este sea completamente indoloro… en el caso del papá es igual, está dedicado a trabajar, a superarse a jugar golf, a ir al futbol, etc.

Y los hijos crecen rodeados de personas extrañas, de lo más avanzado de la tecnología y demasiado consentidos debido al poco tiempo de convivencia con papá y mamá, evitando contradecirlos, comprándoles todo lo que ellos pidan y que yo como padre no tuve.

Con los perros pasan ya cosas similares, evitamos reprenderlos cuando se portan mal, no los corregimos cuando destruyen algún mueble u objeto en la casa, los tenemos abandonados por falta de tiempo y tendemos a sobrealimentarlos… cuando van a la consulta con el veterinario no quieren que las inyecciones les duelan, evitan ponerles bozal, pues dicen "mi perro no muerde" si son perros de guardia los enseñamos a pelear, si son de raza los presumimos y nos gusta que nos digan solo lo bonito que está o lo "fino" que es.

Hagamos un autoexamen y veamos con ganas de ver la verdad ¿estamos? Y ¿para dónde vamos? Conservemos sin exagerar lo mejor de las enseñanzas de nuestro hogar y de cada época, no dejemos a nuestros hijos abandonados a lo fácil, evitándoles las dosis de frustración que de cuando en cuando la vida nos da, que nos sirve para madurar y para corregir, si así los queremos nuestros errores.

Que no sean sus papás y educadores la televisión y el radio… Que no sean sus únicos amores la computadora y el celular… Que no sea su meta el dinero… Que no sea su Biblia el internet… Que no sea su único medio de relacionarse el face, el chat y el WhatsApp… Que su dirección no sea el Twitter, pero sobre todo debemos de transmitirles un decidido y profundo arraigo por sus tradiciones y que su apego único y principal debiera ser su familia.

No dejemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos a otras personas, esto nos corresponde a los padres, no tengamos miedo a marcarles límites, tengamos el suficiente valor en la medida de lo humanamente posible, tomar el control de nuestra vida… aunque sea muy difícil predicar con el ejemplo.

Y ahora para terminar una gota de filosofía: UN HOGAR SERÁ FUERTE CUANDO ESTE SOSTENIDO POR ESTAS 4 COLUMNAS: PADRE VALIENTE, MADRE PRUDENTE, HIJO OBEDIENTE Y HERMANO COMPLACIENTE.

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