Hace algunos años allá por el rumbo del centro vivía don Roberto, una persona que desde niño había padecido la enfermedad de la polio y sus secuelas, y por tal motivo andaba en silla de ruedas desde siempre.
Don Roberto atendía una pequeña miscelánea, lo cual para mí era un ejemplo, pues a pesar de su impedimento físico debido a su enfermedad él trabajaba en la medida de lo posible, y se allegaba recursos siempre tratando de ser útil. Por aquellos entonces adoptó un perro de la calle y por su color le puso "negro", y así empezó la simbiosis (la ayuda entre ambos), pues "el negrito" que era de talla mediana de pelaje corto y sus ojos vivaces le profesaba a su dueño su cariño y una lealtad a toda prueba, pendiente de cualquier movimiento de su amo, siempre a su lado cual perro fiel.
En alguna ocasión lo atendimos de una fractura pues acostumbraba acompañar a don Roberto cuando iba a comprar cosas para su "tiendita" y nos platicaba, "pobrecito" es que él no sabe que muchas personas no se paran al ver un perro atravesando la calle, sino que al contrario, algunos le dan más fuerte para atropellarlo, en esta ocasión le tocó a mí perrito y yo me salvé de milagro.
En otra consulta lo curamos de múltiples heridas que le hicieron otros perros, pues "el negrito" como dije era muy celoso de quien se le acercara a don Roberto y en esa ocasión por tratar de impedírselo a otro perro resultó con la peor parte en la pelea que se ocasionó por tratar de ahuyentarlos.
Una vez más tuvimos que ir por él, pues esta vez había sido herido con un objeto punzo cortante en varias partes de su cuerpo por un asaltante que intentó robar lo poco que don Roberto tenía en su negocito, el asaltante no contaba con que "el negrito" estaba ahí con su amo que lo adoptó dispuesto a defenderlo y dar su vida de ser necesario por defender a su dueño... nos decía, al verlo sangrar sálvenlo por favor, que no se muera, no ven que él lo es todo para mí.
Ahí entendí yo la compañía, amistad, lealtad y cariño que le podemos profesar a un perro y él a nosotros.
Por suerte que "el negrito" vivió por muchos años más hasta que su ciclo en este mundo terminó. Don Roberto siguió también por un tiempo más y al igual que él, cumplió con su ciclo y se fue dejándonos un ejemplo y enseñanza con su vida, y es que este tipo de personas nunca se va del todo, pues se queda el recuerdo en la mente de quien lo quiso y yo de cuando en cuando lo recuerdo.
Y APRENDÍ TAMBIÉN QUE TODOS LOS SERES VIVOS, SOMOS ÚNICOS E IRREMPLAZABLES Y TAMBIÉN POR DESGRACIA O POR FORTUNA NO SOMOS INDISPENSABLES.
Y ahora para terminar una gota de filosofía: LA FELICIDAD, NO DEPENDE DE LO QUE PASA A NUESTRO ALREDEDOR, SINO DE LO QUE PASA DENTRO DE NOSOTROS.