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La columna del perro

Adiós Maestra

M.V.Z. MIGUEL DÁVILA DÁVILA

En esta vida tan ajetreada, donde la única constante es el cambio, en donde nuestras actividades laborales y personales están siendo controladas paulatinamente por nuestras computadoras, tablets y celulares. De vez en cuando detenemos abruptamente nuestras actividades para recordar que "no somos nada".

Hace días fui a despedir a la señora GUADALUPE GONZÁLEZ UGARTE DE LA MORA, hermana de mi colega, socio y amigo Cruz E. González Ugarte, debido a esa amistad tuve la oportunidad de tratar a la señora Lupe, hace más de cuarenta y tantos años, y por aquellos entonces ella hizo un negocio de banquetes, el cual atendió siempre con el mejor de los esmeros, responsabilidad y una entrega total hacia su oficio.

No dejando de mostrar, su empatía hacia las personas que teníamos trato con ella, amén de su entrega a las causas y personas que necesitaron de alguna u otra forma de ella, para quienes siempre se dio tiempo y espacio para tenderles la mano.

Fue afortunada pues tuvo un excelente esposo, Don Rodolfo De la Mora y sus cuatro hijas: Lupe, Elena, Mónica y Pamela, quienes gracias a Dios estuvieron con ella y a quienes les dejó su enorme legado de honestidad, honradez y entrega total hacia el trabajo y hacia sus familias, que ahora felizmente tienen así como para sus nietos quienes prometen ser iguales que ella.

Tuve la dicha de decirle en varias ocasiones en vida a la Sra. Lupe, que yo al observarla a través de los años, tomé lo mejor que vi en ella para imitarlo en mi trabajo y en mi día a día además de todo esto aprendimos a quererla, mi esposa y yo a través de su hermano Cruz.

En lo personal no creo que ninguna palabra nos ayude a disipar el dolor que se siente por una pérdida.

Lo que sí creo es que nadie muere si nosotros lo llevamos siempre en nuestro corazón y en nuestra mente.

Y en el caso de la señora Lupe De la Mora, tendrá de sobra de parte de su familia y de todos los que la conocimos y quisimos, ese sentimiento. Tenemos la certeza los que creemos en otra vida que ella está ya gozando en otro nivel, allá donde no hay prisas, preocupaciones, ni dolor pues tengo fe de que ella está en compañía de Dios nuestro señor.

Y ahora para terminar una gota de filosofía: SOLO PARA LA MUERTE NO HAY ENVIDIAS.

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