Platicando con Dante Elizalde presidente del Club Santos Laguna, nos decía que lo hecho en el torneo regular ya quedó atrás y la liguilla como se ha dicho innumerables veces es otro torneo.
Entendemos el sentido de lo dicho por Elizalde, pero un torneo que curó heridas, reivindicó personajes y lo más importante, reconcilió al equipo con su afición no puede quedar en el olvido y mucho menos minimizado, repito, entiendo la actitud de Dante y la de Lalo Fentanes el entrenador lagunero tratando de que sus futbolistas no se relajen después de ganar 33 puntos, ser junto con el América la mejor ofensiva y el mejor local de la Liga.
No importa qué suceda en la liguilla, si se consigue la séptima o se queda fuera, un gran torneo como el Apertura 2022 debe de quedar atesorado por todo lo obtenido física y emocionalmente. Con todo el riesgo que implicaba jugar el torneo en modo revancha, como se bautizó, aceptando el reto ante una afición francamente molesta por el rotundo fracaso del Clausura.
Se prestaba para todo tipo de burlas, memes, tuits crueles y despiadados, de haber terminado entre el ocho y el doce, la afición no hubiera quedado satisfecha a pesar de estar en zona de repechaje, el pesimismo y la amargura volverían a reinar metiendo una presión asfixiante, ese era el riesgo, todos los integrantes de la organización santista se la jugaron viendo algo que muchos no vimos, y no solo se habló de revancha, si no de quedar entre los primeros cuatro, una locura, si recibían el repechaje que se dieran ahora si de santos. Pero se asumió la misión con todo el riesgo que implicaba.
Me quiero imaginar la junta en la cual todos estuvieron de acuerdo en llamar Modo Revancha al torneo y absolutamente todos asumieron el reto, con la confianza casi ciega en el plantel.
El resultado al final del torneo ha sido simplemente espectacular y la revancha Consummatum Est. Así como las cosas se complicaron horriblemente y la diosa fortuna no solo no le sonreía a los Guerreros, sino hasta muecas le hacía desde el regreso de Caixinha, ahora todo le sonríe a los de la Comarca, incluso en medio de uno de los momentos más luminosos del torneo (el homenaje a nuestro hermoso) una pataleta de Javier Correa se convertía en un lamentable detalle y amenazaba en ser el discurso de los eternos inconformes, se arregló de manera hollywoodense, es más se podría decir que la historia de Correa con la afición se resolvió de manera de guion predecible de mala película, pero fue la increíble realidad.
Todos comentábamos que la única manera de que Javier resolviera su casi divorcio con la afición sería anotando y dirigirse a la misma sección de la tribuna donde protagonizó su inexcusable berrinche y ofrecer una humilde disculpa, ¡y sucedió! Correa entra de cambio en medio de una impresionante silbatina y con carácter y esta vez desahogándose en la cancha, provoca un penal, lo quiere tirar, Gorriarán le advierte el riesgo de fallarlo en su delicada situación, acepta ceder el balón, probablemente la afición con solo propiciar la apertura del marcador lo hubiera perdonado (así de noble es nuestra gente) pero no, faltaba el momento cinematográfico, minuto 84 Correa cruza su tiro raso al segundo palo y anota, de inmediato va a la esquina de la tribuna y con una mano en el corazón y la otra como si hiciera un juramento en la corte, ofrece su disculpa, que la gente acepta encantada.
Con todas la cuentas saldadas entre ellos, afición y equipo esperan rival para los cuartos de final, lo más lógico es que sería el Toluca de Nacho Ambriz, donde se tuvo un primer tiempo que se tocó fondo y a partir del segundo (aunque no alcanzó para evitar la derrota) vino un ascenso hasta llegar al top tres, o alcanzar podio como Checo puso de moda. Volviendo al tema del principio, se dice que la liguilla es otro torneo y que no se ha ganado nada, déjenme decirles que Santos Laguna ganó algo invaluable en este Apertura, el regreso de la confianza y lo más importante, el amor de su afición.