(CORTESÍA)
El llamado telefónico es contestado desde la colonia El Porvenir, en Morelia, Michoacán. A unas horas de que la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC) revelara el fallo del Concurso Nacional de Ensayo Magdalena Mondragón 2022, el escritor José Agustín Aguilar Solórzano declara ante la bocina sentirse agradecido con el premio.
El ensayista y narrador michoacano fue el artífice de la mejor propuesta del concurso, con un ensayo titulado Mil y un males de los libros, texto que intenta desmitificar a la lectura sin emitir un ataque hacia ella. La elección fue dada por un jurado conformado por Rita Holmbaeck, escritora, guionista y docente de Casa Lamm; Carlos López, escritor y fundador de la Editorial Praxis, además de miembro honorario de la Academia Guatemalteca de la Lengua, y el escritor lagunero Saúl Rosales Carrillo.
“Es un ensayo en breves capítulos o pequeños ensayos que forman una idea general, la cual va acerca del libro como una especie de reconstrucción de lo que llegamos a percibir con esta idea del libro como un objeto físico”.
En su texto, el autor busca desmitificar la idea general que se tiene del libro y sus bondades. Si bien, la lectura del libro se ha vendido como algo positivo por parte de promotores, se intenta despejar la frase “debes de” y dejar el verbo “leer” como un elemento autónomo de amplia vitalidad.
“Desde pequeños, el libro ha sido como que este objeto que representa la educación, el conocimiento, pero también en el sentido de la salud, o incluso en algunos infográficos que me han tocado ver, que te hablan de las bondades de salud física en la lectura: en la concentración, por ahí también dicen que mejora la respiración. Pero, en general, se ha hablado del libro como un objeto que hace bien, que es un símbolo de conocimiento”.
La desmitificación redactada por José Agustín Aguilar Solórzano trata de desmitificar esa idea, pero no en el sentido de atacar la acción de la lectura, sino una propuesta de repensar el libro como objeto simbólico, más allá de objeto físico. También se realiza un recorrido histórico de la historia del libro, partiendo desde el puerto de la Edad Media, donde su acceso se encontraba restringido y se trataba de un elemento de lujo, hasta su transformación como objeto de consumo a lo largo de los siglos.
“Es un objeto de consumo y hay que pensar qué tanto se consume el libro y por qué. Entonces, es todo un repensar esta idea del libro. Y está este juego irónico de decir Mil y un males de los libros, haciendo alusión a Las mil y una noches, uno de los libros icónicos del pensamiento occidental”.
¿Para qué se lee? ¿Cuáles son los males que ha dejado leer? ¿En qué ha transformado a los lectores que buscan un estatus o reconocimiento académico para obtener algún mérito social? Son algunas de las atrevidas preguntas que el autor se plantea.
Género
El ensayo ha tenido un papel importante en la carrera de José Agustín Aguilar Solórzano desde hace casi ocho años. El género le atrae, pues en él encuentra algo que no percibe en la poesía o en la narrativa: su libertad. Considera que el ensayo permite echar mano de todo y que se puede escribir un ensayo literario sobre cualquier cosa.
“Podemos estar hablando, discerniendo, ensayando algún tema y de ahí empezar a contar una historia. De pronto te encuentras con que en el ensayo hay una historia, hay un cuento y el mismo ensayo te permite echar mano del género poético. Siempre he creído en la descripción del ensayo que hizo Alfonso Reyes (‘el centauro de los géneros’) y de ahí partí para empezar a escribir ensayos”.
