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METAVERSO: ¿TRISTE REALIDAD VIRTUAL?

ZAIDE P. SEÁÑEZ MARTÍNEZ

Quizás usted haya escuchado la palabra metaverso en los últimos meses, pues el creador de Facebook la ha puesto de moda al informar que la famosa red social cambiará de nombre a "Meta". El concepto no es nuevo, pues apareció por vez primera en la novela Snow Crash de Neal Stephenson (1992), quien aportó el término avatar para simular un mundo virtual a manera de videojuego. Zuckerberg lo retoma como promesa de experiencias casi reales para los usuarios de su red social, quienes serán protagonistas de realidades virtuales de su propia elección. Pero, ¿qué es el metaverso y qué implicaciones pudiera alcanzar en el futuro? De manera sencilla se describe como una dimensión digital que da la sensación de estar presente en una realidad virtual y aumentada, de tal modo que los sentidos se adentran en una ciber-experiencia utilizando accesorios específicos. Es un mundo que aumentará las posibilidades de la interacción humana en la era digital, pues permitirá hablar, sentir y moverse dentro de infinitas posibilidades de realidades.

Existen algunos metaversos en el mercado relacionados con videojuegos o con fines didácticos para impartir clases de medicina, lo que ha despertado el interés de los grandes capitales ante sus infinitas posibilidades de inversión en todos los campos. El alcance que se vislumbra empieza a ser cuestionado, o motivo de preocupación, desde el punto de vista ético y moral, pues cambiará la forma en que el ser humano interactúe en internet. Habrá nuevas dimensiones y espacios virtuales para jugar, trabajar, comprar o estudiar. Como se puede observar, el horizonte de su alcance será enorme; hay que revisar las implicaciones en el comportamiento humano, principalmente, ya que la frontera entre el mundo real y el virtual será muy tenue.

¿Qué impactos se vislumbran por quienes han empezado a discutir el tema? Un peligro es que genere mayor adicción a la hiperconectividad y se convierta en una cárcel digital, como afirma la psicóloga Gabriela Paoli, lo que provocaría grandes riesgos físicos y emocionales. "Un mundo virtual que nos haga sentir que estamos viviendo una realidad paralela es por definición altamente adictivo", afirma la experta. "Es una realidad ideal, una que hará creer a nuestro cerebro que estás viviendo situaciones reales y satisfactorias, y que hará que el cerebro segregue hormonas como dopamina", añade.

En lo personal me preocupa que se incremente la frustración, la intolerancia al fracaso y el aislamiento social. No sólo la juventud corre peligro al adentrarse en escenarios construidos bajo estándares que les proveen felicidad; los adultos también podemos sucumbir a la tentación de nuevas realidades (virtuales) para evadir los problemas del mundo análogo. ¿Cómo nos sentiremos después de experimentar felicidad digital y regresar a la verdadera vida? Sin duda hay mucho trabajo que debe hacerse por parte de gobiernos, empresas, educadores, padres de familia y la sociedad en general, de tal modo que se visualicen y atiendan los riesgos de vivir en una triste realidad virtual.

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