De la última novela de Almudena Grandes: "Todo va a mejorar" extraigo la siguiente cita:
"¿Qué nos ha enseñado el coronavirus? El gran capitán nunca había olvidado la pregunta a la que contestó su hijo Juanito en una clase online durante la Gran Pandemia. Él había elaborado una respuesta muy distinta, que aún no se había atrevido a compartir con nadie y que tal vez nunca llegaría a rebasar la frontera de sus labios. El coronavirus nos ha enseñado que es muy fácil confinar a la población de un país entero. Conseguir que sus ciudadanos renuncien voluntariamente a los derechos y las libertades que sus antepasados conquistaron con sangre en una lucha que duró siglos.
"Inundarlos de propaganda y noticias falsas en el grado óptimo para restringir su acceso a una información veraz. Desarmarlos, neutralizarlos, inmovilizarlos, sin que duden por un instante de que su sacrificio es imprescindible para conseguir un bien superior. Eso era lo más importante que el coronavirus le había enseñado al gran capitán".
Las noticias de esta semana nos muestran la reunión en México de la extrema derecha de diversos países, en donde Trump ha hablado. Lo cual indica que hay muchas personas que heredaron el pensamiento de los fascistas de los años treinta y cuarenta, europeo, quienes provocaron la Segunda Guerra Mundial.
Tanto esta extrema, como la izquierda, piensan que es posible mangonear al mundo según su voluntad y hacerlos que se comporten como si fueran las partes de un rebaño que deben de seguir fielmente a su pastor; a donde los quiera llevar el pastor, que por lo general, se pastorea para sacar una ventaja del rebaño, o su carne, o su lana, o cualquier otro producto.
Esta es otra de las novelas que pueden incluirse entre aquellas que habla de los mundos utópicos despersonalizados, donde el ser humano es convertido en cosa. La autora, ya fallecida, en sus novelas anteriores, hablaba de la realidad española posterior a la guerra civil. Está muy empapada de lo que es la política en los estados dictatoriales y lo tremendo que puede ser para las personas que somos normales, que lo único que pretendemos es desarrollarnos como hombres y mujeres con ansias de lograr objetivos sin tener que dañar a terceros; o pensar que, para salvarme yo, tengo que eliminar a los que nos rodean.
Insisto, las teorías de las masas ya son plenamente conocidas, como también todo lo que habla sobre los mercados. Lo mismo se puede decir de las fallas que tiene la democracia. Basarse en lo que diga el pueblo, también tiene sus asegunes, como la opinión pública.
Muy pocos son los que hacen el esfuerzo por conseguir la información necesaria para analizar un problema y emitir una solución. Por lo general, las personas se dejan llevar por lo que dicen quienes le rodean. La filosofía se consume muy poco. Es más fácil seguir las recetas facilonas de los decálogos morales que repetimos de memoria pero que no integramos a nuestro comportamiento. Nos seguimos dejando imponer límites a nuestra capacidad de pensar. Tenemos a nuestra disposición una ciencia que no usamos. Es más fácil dejarse engañar por fantasías que no han funcionado en ningún parte y cerrar los ojos ante la tremenda realidad que se vive en algunas naciones. ¿Qué tanto se dice de Qatar?
Nos dejamos influir por las nuevas tecnologías donde todo mundo opina o da noticias falsas para que los ilusos se la crean y no se acabe sabiendo en donde queda la verdad. Eso, la verdad es lo que se ha diluido tremendamente y es lo que en un principio se quiso saber a ciencia cierta, por eso se filosofó, se hizo ciencia y se imaginó lo que podía ser a través del arte.
Se nos gobierna por medio de un programa de televisión; inaudito. Se nos gobierna teniendo como punto de partida opiniones personales, las de nuestro presidente. Nos quiere envolver en una confianza ciega en sus ejecuciones, como el hecho de eliminar el INE, y tener la confianza de que será imparcial en las elecciones. Yo también me río.
La única manera de estar prevenido en contra de todas las amenazas que nos rodean es la de pensar y darle información a nuestro pensamiento. No conformarnos con las explicaciones superficiales que se nos dan. El dudar sigue siendo una buena recomendación que nos dio Descartes hace mucho tiempo. El mundo se nos deshace entre demagogias extremistas que a nadie conviene. Hay que unirnos para que se nos escuche. Las personas normales solo pedimos que se nos permita vivir en paz y armonía. Lo que está en juego es el futuro.